Hola, amigos del ciberespacio y alrededores. Este fin de semana pasado concluía en Barcelona el Salón del Manga, que ha cosechado un éxito abrumador, por cierto. Entre la multitud de anécdotas que ha deparado el evento –entre ellas la afluencia masiva de otakus y cosplayers-, el manga Ataque a los Titanes se ha alzado con el galardón de mejor shonen del año. Y es precisamente de esta obra de la que voy a comentaros hoy mis primeras impresiones tras leer los tres primeros tomos.
Ataque a los Titanes, conocida en Japón con el nombre de Shingeki no Kyojin, es obra del jovencísimo mangaka Hajime Isayama, que ha visto como sus primeros pasos en el mundillo están retumbando con la fuerza de sus propios titanes. Es impresionante la expectación que ha generado este manga en tierras niponas y no pasa desapercibido que está en boca de los aficionados actualmente. Para bien y para mal, conste.
¿Cómo definir gráficamente Ataque a los Titanes?
Saturno devorando a su hijo, de Francisco de Goya |
La historia que propone Isayama tiene una premisa sencilla: la humanidad está al borde de la extinción, asediada por unas extrañas criaturas con forma humanoide, de tamaño entre los tres y los quince metros de alto, que sólo parecen tener un objetivo: devorar vivos a los últimos seres humanos.
Este nuevo eslabón de la cadena alimenticia es realmente poderoso y ha diezmado a la raza humana desde antaño. Es tal la superioridad de los gigantes, que los supervivientes optan por recluirse en una fortificación enorme compuesta por tres grandes muros concéntricos de cincuenta metros de altura, muros que los titanes no han podido cruzar…hasta ahora.
La trama comienza presentando a sus dos protagonistas principales: Eren Jaeger y Mikasa Ackerman. Sin apenas detenerse en el entorno en el que sobreviven, la serie se desmarca con un inicio trepidante: en una viñeta realmente impactante asistimos a la aparición de un titán de proporciones colosales que posa su mano sobre el muro más cercano con el mundo exterior y lanza una mirada de aviso a la humanidad. Una mirada cargada de odio. Luego, sin apenas esfuerzo, destroza la puerta del muro exterior y los titanes penetran en la fortaleza dispuestos a darse un banquete. Todo lo que ocurre en estos primeros compases, que no es poco, lo dejo a vuestro descubrimiento personal.
Sin ningún género de dudas, la historia de Ataque a los Titanes es el punto fuerte del manga. La premisa tiene cierta originalidad, presentando a los titanes como seres humanos deformes y desnudos, la mayoría con expresiones inquietantes, que dan auténtica grima. Para hacerles frente, los humanos se valen de unos dispositivos de propulsión bastante originales con el fin de alcanzar la nuca de los titanes, su único punto débil.
Quizás, más que la calidad del argumento, el mérito de Isayama resida en el frenetismo que imprime a la historia, el planteamiento de numerosos interrogantes que atrapan al lector y la cuidadosa dosificación de la información. Al menos en estos primeros tres tomos, el mangaka nos reserva una buena ración de sorpresas que hacen realmente amena la lectura y consiguen esa sensación de avance en la trama que resulta tan gratificante.
Por otro lado, la violencia que rezuma el manga queda patente al poco de comenzar, con una escena realmente impactante y que marca a nuestro protagonista. Y es que los titanes no se andan con chiquitas, como podréis comprobar al poco de pasar las páginas del primer tomo.
De otro lado, el manga tiene una lacra importante: su dibujo. Como diría un maestro mío en una de sus geniales frases: “señor mío, tengo una buena noticia: usted sólo puede mejorar”. Y es que Isayama peca en estos primeros tomos de un dibujo con notables altibajos. El mangaka parece dominar con el paso de las páginas el trazo de los protagonistas principales, -siendo Mikasa su favorita, claramente- pero los secundarios, toscos en su mayoría, adolecen de una falta de expresividad lamentable.
Con los titanes pasa algo parecido. El gran titán tiene un diseño minucioso y espectacular, siendo por derecho propio el símbolo más reconocible de la serie, pero el resto, salvo algunas excepciones, aparecen como moles deformes y desproporcionadas -quizás a propósito- con una caracterización muy limitada, si bien cumplen su función a la perfección: infundir miedo y repulsión.
El tema del dibujo, en el caso que nos ocupa, es ciertamente delicado, pues se intuye un potencial en la trama principal que puede regalarnos verdaderas escenas épicas si el dibujo acompaña a largo plazo. Hasta ahora, y visto lo visto, las escenas de acción son lo mejor del manga, dibujadas con acierto en su mayoría y siendo las partes más mimadas en cuanto detalle por el joven mangaka.
Concluyendo, el manga tiene, de momento, una historia intrigante y con un dibujo francamente mejorable, lo que para mí resulta preferible a un dibujo espectacular con un guión inexistente. Isayama ha comentado recientemente que su intención es concluir la serie una vez alcance el vigésimo tomo. Así pues, es pronto para decir si estamos ante un manga de referencia o un claro caso de sobrevaloración. Por mi parte, me haré con los siguientes tomos y veré cómo sigue la aventura de Eren Jaeger pues me ha picado la curiosidad y confío en que Isayama mejore a base de practicar. La historia, la verdad, lo merece.
Sabed también que hay un anime de los primeros capítulos del manga que quizás os puede interesar para adentraros en el mundo de Shingeki no Kyojin. Este anime terminó hace poco su primera temporada con 25 capítulos, pero no está nada claro que vaya a tener continuación. En mi opinión, los puntos fuertes del anime, espectacular melodía inicial aparte, son exactamente los contrarios del manga. La animación es muy atractiva, mejorando ampliamente el dibujo del manga –algo que no era realmente difícil de superar, sinceramente-. Sin embargo, la trama, pasados los vertiginosos primeros capítulos, reincide demasiado en el tono fatalista que caracteriza a los personajes del manga, creando cierta sensación de estancamiento y dejando poco contenido útil a los capítulos. Sirva de orientación, los tres primeros tomos del manga abarcan, más o menos, los 14 primeros episodios del anime.