Hola, habitantes del ciberespacio. Hoy voy a hablaros de uno de los dos gigantes alimentados por la imaginación de Robert Kirkman: Invencible.
Hablar de Robert Kirkman es hablar del Rey Midas del Noveno Arte a día de hoy. Nacido en Kentucky en 1980 y apenas superando los treinta años, Kirkman se ha convertido en un absoluto boom mediático gracias, en gran medida, a dos series: la archiconocida Los Muertos Vivientes y la que nos ocupa, Invencible, de la que es co creador junto con el dibujante Cory Walker.
Llama la atención que un guionista tan joven esté comandando dos series ciertamente longevas y con un éxito tan notable en ambas –aunque pienso que Los Muertos Vivientes está llamada a concluir antes que Invencible-.
Invencible es, como dice Kirkman, su “carta de amor a los superhéroes”. Un relato escrito por un amante del género para amantes del género, quizás algo cansados de las políticas de reciclaje que han venido empleando las dos grandes casas editoriales recientemente.
No es un secreto que el inicio de Invencible fue, dicho dulcemente, complicado. La serie estuvo a punto de cerrar prematuramente, pero Kirkman –viejo zorro- tenía planeado un twist of fate de antología en el tomo Auténticos Desconocidos –el quinto tomo recopilatorio- que, además de ser uno de los puntos álgidos de la serie, supuso el argumento definitivo para enganchar a mucha gente a Invencible.
La serie narra las peripecias de Mark Grayson, un joven que hereda los poderes del mayor superhéroe del planeta: su padre, Omni-man. Su herencia genética lo hace virtualmente invencible, y de ahí su nombre superheroico, claro está. Como curiosidad, Kirkman desvela que originariamente la serie iba a llamarse Bulletproof, pero decidieron cambiarle el nombre posteriormente, con acierto, en mi opinión. Eso sí, es tan vasto el catálogo de secundarios que exhibe la obra, que hay un Bulletproof pululando por ahí.
Desde el antes citado quinto tomo recopilatorio, la serie experimenta un aumento de calidad muy considerable, resultando fresca, divertidísima y recuperando en parte lo que los nostálgicos llaman el sense of wonder. Kirkman es un tipo con recursos y demuestra una habilidad sobresaliente para tejer y entremezclar tramas con numerosísimos secundarios, en su mayoría muy inspirados, que no hacen más que enriquecer la narración, plagada de enfrentamientos épicos y combates con claras influencias de Bola de Dragón, aunque yo me atrevería a decir que aún más brutales. Mención especial para algunos de sus villanos, que son realmente geniales –me declaro fan de Angstrom Levy y de los gemelos Mauler-. Igualmente, el guionista de Kentucky introduce en la obra a otros héroes de su cosecha personal que no han tenido tanto éxito comercial pero que alimentan perfectamente ese microcosmos que es Invencible. Así, Brit, Tech Jacket o el Asombroso Hombre Lobo se unen a la fiesta esporádicamente en algo más que simples cameos.
Desde el antes citado quinto tomo recopilatorio, la serie experimenta un aumento de calidad muy considerable, resultando fresca, divertidísima y recuperando en parte lo que los nostálgicos llaman el sense of wonder. Kirkman es un tipo con recursos y demuestra una habilidad sobresaliente para tejer y entremezclar tramas con numerosísimos secundarios, en su mayoría muy inspirados, que no hacen más que enriquecer la narración, plagada de enfrentamientos épicos y combates con claras influencias de Bola de Dragón, aunque yo me atrevería a decir que aún más brutales. Mención especial para algunos de sus villanos, que son realmente geniales –me declaro fan de Angstrom Levy y de los gemelos Mauler-. Igualmente, el guionista de Kentucky introduce en la obra a otros héroes de su cosecha personal que no han tenido tanto éxito comercial pero que alimentan perfectamente ese microcosmos que es Invencible. Así, Brit, Tech Jacket o el Asombroso Hombre Lobo se unen a la fiesta esporádicamente en algo más que simples cameos.
En lo relacionado con el dibujo, la serie arranca en sus dos primeros tomos (los más cortos de la colección) con los lápices de Cory Walker. El dibujo de Walker, discreto, se antoja pobre cuando entra en escena Ryan Ottley, que desde el tercer tomo hasta el presente de la serie ha contribuido de forma decisiva a elevar el factor alucinancia a la enésima potencia. Con un estilo cartoon que da un carisma especial a todos los personajes de la serie y una habilidad extraordinaria para recrear los innumerables –y violentísimos- combates en los que se ve involucrado el bueno de Mark, el dibujo de Ottley es sin duda un pilar fundamental en Invencible.
Muy recomendado.
Muy recomendado.