Hola a todos, navegantes del ciberespacio. Hoy visitamos las canchas de baloncesto de Japón para conocer a los Shohoku, el equipo protagonista de Slamdunk, todo un clásico del mangaka Takehiko Inoue, del que ya os he contado algo en la reseña de Vagabond, que podéis consultar en JpM.
Slamdunk, (literalmente mate en inglés), es un shonen que se publicó de 1990 a 1996 en la revista nipona Shonen Jump, concluyendo en su episodio 287. Cosechó muchísimo éxito y, hasta la llegada de One Piece, ostentaba imbatida el récord de ventas en Japón. Se ha adaptado al anime, con una serie con 101 episodios y varias películas, aunque el anime no cubre toda la historia del manga. Actualmente, la serie tiene dos ediciones en España cortesía de Ivréa: la tankobon, con 31 tomos y ya cerrada, y la kanzenban (o de lujo), con 12 tomos publicados hasta la fecha sobre un total de 24.
Slamdunk narra la historia de Hanamichi Sakuragi, un estudiante bastante problemático y pendenciero que ostenta el récord de 50 rechazos amorosos. Un día, mientras pasea desolado por su mala suerte con las chicas, conoce a la linda Haruko Akagi, una chica a la que le encanta el baloncesto. Nuestro héroe, fingiendo ser deportista habitual, la acompaña al gimnasio donde entrena el equipo de baloncesto de su instituto, el Shohoku. El gimnasio resulta estar vacío y Haruko enseña a Hanamichi lo que es un mate (time of slamdunk, baby). Aunque su primer intento de hacer un mate resulta un desastre total –y absolutamente hilarante-, Hanamichi decidirá introducirse en el equipo del instituto con el fin de ganarse el amor de Haruko. Pero poco a poco, empezará a sentir pasión por este deporte y se convertirá en una pieza clave de su equipo cuando éste aspire a introducirse en el Campeonato Nacional de Japón.
Slamdunk es fundamentalmente una comedia deportiva que rezuma amor por el baloncesto, algo que no es de extrañar teniendo en cuenta que Inoue es un fanático confeso de la NBA, con varios mangas dedicados a este deporte en su haber. El Shohoku, sin ir más lejos, tiene claras reminiscencias de los Chicago Bulls, algo que el mangaka plasma no sólo en los colores de las equipaciones de su equipo protagonista, sino en sus jugadores, distinguiéndose perfectamente referencias a Michael Jordan, Pat Ewing, Dennis Rodman o al maestro zen Phil Jackson.
Del vasto plantel de personajes que exhibe el manga, merece la pena destacar como claves:
- Hanamichi Sakuragi: como ya dije, es el protagonista y el héroe de la historia. Un chaval con el pelo teñido de rojo, típico matón de instituto proclive a meterse en peleas –a veces en inferioridad numérica-. Tras ser rechazado por 50 chicas, Haruko se convierte en su amor platónico y eso le conduce involuntariamente al equipo de baloncesto. El 90% del humor de toda la serie reposa sobre sus hombros, mostrándose como un tipo impulsivo con un enorme amor propio y una aversión profunda a la derrota. Siempre deseoso de demostrar a Haruko su talento, se revela pronto como un reboteador nato por su impresionante capacidad de salto y su enorme fuerza. Es claramente el Dennis Rodman del equipo y sin duda el personaje más carismático de toda la serie.
- Kaede Rukawa: el eterno rival de Hanamichi juega también en Shohoku. Rival porque Haruko está enamorada de él, amor que no es correspondido. Rukawa, a pesar de ser el ídolo de las féminas del instituto, sólo tiene en mente una cosa: ser el mejor jugador de baloncesto de todo Japón. Y, sin duda, tiene mimbres. Apodado el “super rookie” y con 50 puntos en un solo partido antes de entrar en el instituto, el taciturno y frío Rukawa es un jugador total, capaz de anotar de dos o tres puntos en cualquier situación. La espectacularidad de su juego, su muñequera negra en el antebrazo y esas zapatillas Air sólo pueden identificarlo con el mítico 23 de los Bulls: Michael Jordan.
- Finalmente, Takenori “Gori” Akagi, el capitán del equipo y el pívot más alucinante de todo el manga. Es el hermano mayor de Haruko y siente verdadera devoción por el baloncesto. Este imponente jugador, con su característico peinado heredado del legendario pívot jamaicano Pat Ewing, es respetado por todos sus rivales y compañeros, a salvo de Hanamichi, que lo apoda Gorila al poco de conocerlo. Estricto hasta la médula, convertirá lentamente a Hanamichi en un verdadero jugador de baloncesto, teniendo, en mi opinión, algunas de las escenas más emotivas de toda la historia. Suyo es el brutal “Gorilla Dunk”, o mate a dos manos, que Inoue no se corta en plasmar varias veces para delicia del que escribe esta reseña.
Hay que reconocerle a Inoue que su narración de los partidos es sobresaliente. El nipón ama el baloncesto y se nota muchísimo, puesto que se aprecia una intensa labor de planificación en los partidos que se muestran en el manga. Siempre dosificando de manera inteligente todas las posibilidades que brinda el baloncesto tanto en ataque como en defensa, Inoue logra recrear partidos verdaderamente épicos que llegan a abarcar varios tomos de la serie, con escenas verdaderamente apoteósicas. Sin duda, el mangaka capta toda la tensión que acumula un partido hacia el tramo final y muestra las dos caras del deporte: la victoria y la derrota. Para mí esto es un claro acierto, ya que sólo contribuye a generar más suspense a los partidos, puesto que los chicos de Shohoku no son imbatibles, como se encargarán de demostrar los estupendos antagonistas que planta en su camino el autor nipón.
Como curiosidad, y debido a los años que han pasado desde el fin de su publicación, llamará la atención al lector que conozca este deporte que la duración de los partidos sea de dos tiempos de 20 minutos (hoy día son cuatro tiempos de 10) y un tiempo de posesión del balón de 30 segundos (hoy día es de 24). Ahí queda la anécdota.
Por otro lado, en el aspecto gráfico, Slamdunk se caracteriza por la alternancia de un dibujo cómico –a veces tronchante- a uno más serio cuando el momento lo requiere. Francamente, algunas páginas son memorables por la espectacularidad que les imprime Inoue. Aunque por otro lado, algunos rostros, salvando los peinados, son prácticamente idénticos, algo que puede entenderse dada la ingente cantidad de personajes que aparecen en la serie, pero, en líneas generales, el dibujo es muy bueno, algo que acompaña siempre a Inoue.
Concluyendo, Slamdunk ha supuesto para mí una lectura inolvidable por lo fácil que se me ha hecho querer a todos los integrantes de este legendario equipo que es el Shohoku. El carisma arrollador de Hanamichi, su progresión –no exenta de desternillantes escollos- en el baloncesto y los partidazos tan estupendamente narrados por el maestro Inoue me han, literalmente, absorbido leyendo este manga, convirtiéndolo en uno de mis favoritos al instante. No es necesario ser un amante del baloncesto para disfrutarlo, pues el autor tiene el detalle de explicar brevemente todos los conceptos básicos de este deporte –para los posibles legos, ya que como bien especifica el propio autor, en Japón las canchas callejeras que tanto abundan en EEUU eran poco más que una leyenda urbana en el momento de publicarse la obra-. Eso sí, si te gusta el baloncesto, prepárate porque cuando Hanamichi coja el balón en carrera en un contraataque y se dirija como una centella a canasta, sólo habrá un pensamiento que surcará tu mente antes de pasar la página…
IT’S TIME TO SLAMDUNK, BABY!!!