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martes, 10 de diciembre de 2013

BEOWULF, UN COMIC DE SANTIAGO GARCIA Y DAVID RUBIN

"¡Oíd! Yo conozco la fama gloriosa que antaño lograron los reyes daneses, los hechos heroicos de nobles señores"

Esta vez nos hemos leído un cómic que acaba de publicar la editorial Astiberri, pero del que ya se ha hablado mucho, y muy bien. No es otro que Beowulf, de Santiago García (autor de El vecino o Las Meninas) y David Rubín, creador, entre otros, de El Héroe, nominado en Expocómic Madrid '13 como mejor obra nacional (el segundo número) y, además, aspirante a los premios como mejor guionista y dibujante español.



Beowulf es un poema épico, una epopeya sobre algo tan trascendental como la Gloria: ese afán por dejar huella, por marcar a fuego en la memoria de la humanidad aquella marca terrenal de que Tú pasaste por aquí y fuiste algo más que alguien. ¿Y dónde está la gloria si no en la proeza de superar lo que a otros atemoriza y tumba?

Para quien todavía lo desconozca, Beowulf es un cantar de la talla del Mío Cid o de Los Nibelungos, cuyo eje central es la búsqueda de la gloria, de manos de un Héroe cuyo único medio para conseguir su meta es matar a monstruos legendarios por su violencia. Aquí no hay que rescatar a nadie ni hay un tesoro como recompensa, sino que el fin es mucho más trascendental. Como diría Beowulf, "el oro se gasta, la vida se acaba...solo la Gloria es eterna". 

Aunque la obra es anónima, se cree que se escribió entre el siglo VIII y XII d.C. y que su autor era pagano (de ahí que el cantar tome elementos de la mitología nórdica). Esto es importante, porque una de las teorías que se barajan es que, pese al paganismo de la obra, el copista de la misma parece que fue cristiano, por lo que varias partes pudieron ser modificadas o alteradas, dándole esa trascendencia del Bien contra el Mal y de Beowulf como un salvador o mesías. Siguiendo estos pasos, Grendel sería un jotun, que era como se conocieron a los gigantes engendrados por Caín (primer homicida de la Biblia, pues mató a su hermano Abel), y que posteriormente morirían en el Diluvio, castigados por Dios.


Napoleón dijo una vez: Aquel que teme ser conquistado seguramente será derrotado.

A Beowulf le une este sentimiento que le hace ganador sin empezar si quiera a luchar: él no tiene miedo a Grendel, ni a su madre, ni al Dragón, ni se plantea en ningún momento estar perdido o verse derrotado. Desde un primer momento él nos deja ver que va a vencer, no nos deja atisbo alguno de posible derrota o huida. No hay miedo en su rostro ni sorpresa. Solo valor y afán por ser eterno; no en vida, sino algo mucho mayor: en la memoria. La razón de no tener miedo es que su meta se encuentra en la batalla, en esa lucha contra la superación. Morir de enfermedad o edad sería una deshonra para un guerrero godo como él y es esa digna muerte en batalla lo que le ganará un sitio en el Valhalla, bebiendo hidromiel y comiendo del jabalí Sehrimnir, y un sitio en la memoria. Es ese querer ser mejor que el mejor lo que le hace glorioso antes de siquiera combatir. La seguridad en sí mismo le hace reponerse de cada golpe, le hace más fuerte, le hace más grande a medida que su enemigo empequeñece. 

La lucha de Beowulf contra estos monstruos no es solo un combate de garras y espadas, sino que la reflexión nos lleva un paso más allá. No es solo la eterna lucha del Bien contra el Mal. ¿Que fuerza mueve a Beowulf, que lo hace combatir y derrotar a monstruos que son diez o veinte veces más grandes que él? La voluntad mueve montañas, y muchas veces un combate se gana antes de llegar al rin, y otras muchas, aunque son los golpes lo que definitivamente tumban al rival, es nuestra fe en nosotros mismos lo que le hace dudar y fallar sus golpes. Si algo distingue a nuestro héroe, es que nadie podrá decir nunca que vio debilidad, duda, miedo o desconfianza ni en sus actos, ni en él mismo. 

Sin embargo, su valor no radica en no tener miedo. Eso sería estúpido. Su coraje radica en conquistar ese temor y en no mostrar al enemigo ni una pizca de debilidad. Es conocer a su rival y atacarlo con lo que él ataca. ¿Cuál podría ser el miedo del propio miedo? Valga la redundancia, pero la respuesta a la que nos lleva este cómic es: el miedo. ¿Por qué si no huiría un monstruo, si no es por miedo a verse derrotado? El cazador que se convierte en presa; el cazador cazado. Una alegoría de lo que podría significar el nombre de Beowulf (según el inglés antiguo, una traducción válida podría ser la de lobo de abejas): Cazador de cazadores.


Esto es algo que muestra perfectamente este cómic que tenemos entre las manos, adaptado de una forma magistral por el inspiradísimo Santiago García e ilustrado con una paleta rojiza oscura por un David Rubín que eterniza más si cabe la profundidad de este cantar. 

Este tándem de artistas se hace eco de una verdad a voces: el miedo es una sensación difícilmente explicable o entendible con palabras. Por eso ni se molestan en describir ese sentimiento con su literatura, sino que hacen suya aquella frase de "una imagen vale más que mil palabras" y deciden hacernos partícipes de esta historia de una forma visual espectacular a la vez que espeluznante. Rubín retrata a Grendel como una verdadera criatura monstruosa, sádica y cruel, engendrada en el mismísimo Infierno. Su sed de sangre no tiene parangón, al igual que su superioridad patente en cada combate. García lo describe muy bien, narrando las acciones del monstruo de la boca del Rey Hrothgar como aquél que durante doce años ha devorado la carne y el orgullo de los daneses.

La labor de Santiago es inconmensurable, pues adaptar un cuento legendario como este a 200 páginas como lo ha hecho no es moco de pavo, pese a los que puedan pensar que adaptar una historia es más sencillo que crear otra. La pareja española le ha dado una carga visual brutal a este trabajo, de modo que condensar la trama, adaptar la historia, seleccionar lo que se queda dentro y lo que va fuera e intentar ser lo más fiel posible a la epopeya era una labor en la que los adjetivos ardua o complicada serían muy injustos. Sin embargo, no se me ocurren más que palabras de alabanza y gratitud para tan bello trabajo y solo veo acierto a la hora de ejecutar este proyecto que llevaba bastante más de lo deseado en el cajón de nuestro Santiago


Rubín, por su parte, nos regala viñetas a doble página al más puro estilo de la gran pantalla, y nos deleita con imágenes inolvidables como Grendel arrasando el páramo, llevado por los mismísimos demonios, a medida que avanza hacia el Salón Real; o Beowulf golpeando su escudo a las puertas del cubil del Dragón, provocando su salida y desafiando su ego. Mención aparte merece la portada del álbum: simplemente escalofriante. 

David tuvo muy claro desde un primer momento la esencia de este trabajo, y se ve que con cada trazo hay una palabra grabada a fuego en su cabeza y en su corazón: ÉPICO

Estamos ante una obra maestra, y tenemos la oportunidad de ver cómo un cómic se convierte en imprescindible: como se hace leyenda, porque es verdad que estas obras están hechas de otra pasta. No dejéis pasar la oportunidad de haceros con una copia de este álbum, porque su formato no tiene precio, y su calidad, como la Gloria, es eterna.

Dani S.