¡A la carga! Y nunca mejor dicho, porque esta vez reseñamos el cómic con el que Yermo Ediciones debutó en nuestro país y, la verdad sea dicha, hay pocos comienzos tan buenos como éste...
¡¡Elric. El trono de rubí!!
Julien Blondel se encarga de adaptar el guión a esta saga que, en un principio, está pensada para constar de 4 álbumes, habiéndose publicado por Glenat en Francia el primero en mayo de 2013. La labor de este guionista, desconocido para mí hasta la fecha, es magnífica, y no solo lo decimos aquí, sino que el propio creador del personaje, Michael Moorcok, confiesa en el prólogo del cómic su profunda admiración por esta versión de los orígenes del personaje, tachándola de la mejor publicada hasta la fecha e incluso superando a su obra original en algunos puntos.
Julien retrata Melniboné con un ambiente oscuro y decadente, cruel y perverso. El sadismo está muy presente en esta sociedad que gobierna la Tierra desde hace 10.000 años y donde los humanos son meros esclavos carentes de raciocinio y determinación. Los melnibonitas creen en el Infierno y tanto sus leyes como su poder se encuentra regido por los Dioses del caos, asemejándose en su apariencia y vestimentas de cuero y cadenas a los cenobitas de Hellraiser. Entre todo este panorama se alza la figura de nuestro protagonista, Elric, último rey de Melniboné. Su trasfondo se encuentra marcado por una doble maldición: su condición de albino le hace un ser débil, aunque es sin duda el monarca con mayores poderes que ha conocido la ciudad; y su destino se encuentra entrelazado con la propia destrucción de su estirpe.
La historia fantástica es de una fuerza eléctrica desde la página uno, siendo un tomo en su conjunto frenético y en el que sus 56 páginas vuelan entre las manos. Además, esa perversidad y sadismo del que se hace eco el cómic a lo largo y ancho de sus páginas está perfectamente bien implementado en el trasfondo de la sociedad de Melniboné, siendo las escenas de tortura o los desnudos algo necesario en la trama y no gratuito para intentar atraer a un determinado público. Para colmo, el dibujo de Didier Poli (El hijo de la tormenta) es espectacular, retratando a la perfección ese aire que insufla el guión y ensalzando hasta las escenas más nimias.
Las splash pages distribuidas a lo largo de todo el cómic dejan sin aliento, acompañadas por un entintado y color propio de los grandes maestros europeos. Robin Recht y Jean Bastide completan este póquer de artistas que hacen del debut de la joven Yermo Ediciones algo difícil de olvidar.
Siento decirlo, pero no tengo palabras para ensombrecer la tarea de estos artistas ni en contra de este cómic, del que solo espero ver publicada su continuación cuanto antes. Si os gusta la fantasía, la espada y brujería...¡¡¡A por él!!!
Un saludo.
