Tras su DMZ, Brian Wood ha seguido guionizado cómics como Northlanders, el reciente y llamativo Mara o la saga que hoy nos ocupa: The Massive; pero la verdad es que fue con su guerra civil americana que marcó un estilo personal a la hora de contarnos una historia. Brian no admite medias tintas: O te encanta su narración, o no puedes con ella.
Personalmente, creo que Wood rompe esa cuarta pared que nos separa de sus protagonistas y nos hace algo más que espectadores de unos acontecimientos. No solo nos hace partícipes de un fidedigno documental sobre el "crash", sino que nos mete de lleno en una trama en la que no solo sufrimos con Callum y su Novena Ola, sino que sentimos como el planeta se muere.
Esa dulce introducción al caos de la que hablábamos en nuestra reseña del primer tomo, Black Pacific (podéis leerla AQUI), es ya el sello de identidad de Brian. Esa narración del devenir de las cosas, sus causas y los hechos que nos hacen ir poniéndonos en situación y comprender poco a poco algunas de las gotas que colmaron el vaso es lo que describe esta saga postapocalíptica, contándonoslo desde el prisma de una organización pacifista y protectora de las ballenas, aunque según avanza la trama Wood nos va desvelando trasfondos comprometedores con la ética de sus protagonistas, cuanto menos (¿Se tiene derecho a hacer borrón y cuenta nueva?)
Este tercer cómic de la saga, y según lo investigado, el tercero de los cinco que integrarán la obra completa, continúa narrando las aventuras y peripecias de Novena Ola, aunque se desvía bastante del objetivo principal de la trama que hasta entonces había sido dar con el paradero de The Massive, el barco principal de la organización.
La verdad, no me sorprende viniendo de Wood. No considero estas continuas historias secundarias como si me estuvieran vendiendo paja (tal vez por la maestría con la que Brian lo hace), sino que es un recurso que el autor usa a menudo en sus novelas gráficas para situarnos en su escena y enriquecer su relato, añadiendo cada vez más personajes secundarios y subtramas a una, de primeras, bien definida y precisa. Algunas veces se equivocará y otras acertará con dichos trasfondos, pero lo que está claro es que su intención es dejarse lo menos posible en el tintero y reducir al máximo nuestra tarea a la hora de imaginar un mundo post-apocalíptico, aunque en mi opinión este tercer título está a un nivel inferior al resto, tal vez porque en los anteriores había historias secundarias que nada o poco tenían que ver con la trama principal y otras que sí, mientras que en Longship no se menciona para nada la quimera de Novena Ola, siendo la motivación del cómic evitar un desastre nuclear que remate el planeta y boicotear a un pueblo pescador y a su líder, más que nada, por fantasmas del pasado.
Lo único que me tiene más distraído y que me saca por momentos de una trama que podría estar narrándonos un futuro lejano factible es el personaje de Mary, novia de Callum, la cual parece tener un vínculo especial con el Mar y la Tierra, dejando a veces la sensación de ser una especie de Capitán Planeta sobrenatural, cosa que trastoca mi concepción y creo que un poco la que todos tenemos del Fin del Mundo.
Por su parte, Garry Brown es esta vez el único dibujante del cómic, ya que en la segunda parte, Subcontinental (de la cual hicimos reseña AQUÍ) y en Black Pacific se sucedían varios artistas a la hora de ilustrar el guión (hecho tampoco nuevo en las obras de Wood). Su arte es un digno acompañante de viaje que, si bien no brilla por su espectacularidad (al menos en esta saga), es fiel a una paleta decadente que ayuda a recrear la situación de la que somos testigos y, en su mayoría, culpables.
En definitiva, un cómic que retoma el testigo de una saga que merece la pena, como todo lo que Wood hace, y que como todas aquellas en las que vivimos varias historias, tiene sus más y sus menos. Este tomo es claramente uno de esos "menos", pero igualmente recomendable para todo fiel al género. Que los árboles no os impidan ver el bosque.
¡Un saludo!
