Otro de los cómics que Norma Editorial trajo bajo el brazo el pasado Salón del Cómic de Barcelona fue éste: Warship Jolly Roger, una space opera contada por el tándem Runberg - Montlló con un ritmo frenético y "estelar".
Parece que últimamente se han puesto de moda estos cómics que atraviesan lejanas galaxias en busca de aventuras e historias que contarnos, y es que títulos como Khaal, Fear Agent, la premiada Prophet o la mano derecha de Will Eisner en estos momentos, Saga, han copado las estanterías de novedades de nuestros libreros en estos últimos meses. La razón no puede ser otra que la más obvia: Las space operas molan y Star Wars, más (las tres primerísimas, claro).
Por todo ello, los autores que se lanzan a este género de ciencia ficción deben tener las ideas muy claras y saber ofrecer un chicle que, si bien ya está masticado, recuerde a uno de aquellos míticos boomer o sepa como ese que nunca has probado. La búsqueda de esa originalidad no está exenta de peligro y, aunque nos pongamos un poco cinematográficos, "ha dejado muchos cadáveres por el camino" y pocos han regresado con oro entre las manos.
Warship Jolly Roger no es ese chicle con sabor a gazpacho que no sabías ni que existía, pero sí es aquel boomer que te deja ese regusto de un trabajo bien hecho y muchas, muchas ganas de más. Sylvain Runberg (Millenium, Orbital) da vida y personalidad a un buen elenco de personajes en tan solo 56 páginas, alternando un ritmo endiablado en las escenas de acción con otro más pausado y detallista en unos más que generosos flashbacks. Por su parte, el español y desconocido para mí, Miki Montlló, nos deleita con un espléndido arte cartoon y un color de una fuerza pasmosa: Las expresiones caricaturescas, las trepidantes persecuciones...Todo en su conjunto consigue un comicazo de diez.
El general de la confederación intergaláctica, Jon Tiberius Munro, es condenado a cadena perpetua por un crimer del que no es responsable. Aprovechando un motín, logra escaparse, junto a tres extraños prisioneros, del lugar donde había sido confi nado. Entre todos, lograrán llegar ante la presencia del mismísimo presidente de la confederación y arrebatarle ante sus narices la soberbia nave desde donde pilotaba antiguamente el general Munro. Esta vez, sin embargo, lo harán en calidad de fugitivos, con todo un universo de aventuras siderales por delante. Runberg y el joven dibujante Montlló nos traen esta historia de ciencia ficción repleta de referencias a las civilizaciones de la antigua mediterránea, como si el Imperio romano y los piratas fenicios se hubieran trasladado a la época de las supernovas, la cibernética y la velocidad de la luz.
Concluyendo, Sylvian y Miki se complementan a la perfección en este cómic. Un dibujo amable, ágil y soberbio a la altura de una historia que no solo ha bebido de los grandes clásicos, sino que demuestra haber asimilado a la perfección el mensaje, tener claras las ideas y contarnos esa historia de siempre como si nunca antes la hubieras oído. Me ha recordado a Guardianes de la Galaxia en varios puntos...
¿Es ésta la fórmula del éxito? ¿Qué importa más, lo que te cuentan o cómo te lo cuentan? El tiempo lo dirá. Lo único que sé es que quiero seguir averiguándolo.
Por todo ello, los autores que se lanzan a este género de ciencia ficción deben tener las ideas muy claras y saber ofrecer un chicle que, si bien ya está masticado, recuerde a uno de aquellos míticos boomer o sepa como ese que nunca has probado. La búsqueda de esa originalidad no está exenta de peligro y, aunque nos pongamos un poco cinematográficos, "ha dejado muchos cadáveres por el camino" y pocos han regresado con oro entre las manos.
Warship Jolly Roger no es ese chicle con sabor a gazpacho que no sabías ni que existía, pero sí es aquel boomer que te deja ese regusto de un trabajo bien hecho y muchas, muchas ganas de más. Sylvain Runberg (Millenium, Orbital) da vida y personalidad a un buen elenco de personajes en tan solo 56 páginas, alternando un ritmo endiablado en las escenas de acción con otro más pausado y detallista en unos más que generosos flashbacks. Por su parte, el español y desconocido para mí, Miki Montlló, nos deleita con un espléndido arte cartoon y un color de una fuerza pasmosa: Las expresiones caricaturescas, las trepidantes persecuciones...Todo en su conjunto consigue un comicazo de diez.
Concluyendo, Sylvian y Miki se complementan a la perfección en este cómic. Un dibujo amable, ágil y soberbio a la altura de una historia que no solo ha bebido de los grandes clásicos, sino que demuestra haber asimilado a la perfección el mensaje, tener claras las ideas y contarnos esa historia de siempre como si nunca antes la hubieras oído. Me ha recordado a Guardianes de la Galaxia en varios puntos...
¿Es ésta la fórmula del éxito? ¿Qué importa más, lo que te cuentan o cómo te lo cuentan? El tiempo lo dirá. Lo único que sé es que quiero seguir averiguándolo.
