Hola, cibernautas. Hoy os traigo la reseña de un cómic que me ha encantado. Nos ponemos la gabardina y el sombrero y le pedimos al taxista que siga a ese sospechoso coche para hablar de Stumptown, serie de Greg Rucka y Matthew Southworth.
Todos los que nos leáis con asiduidad, veréis que cada uno de nosotros cojea de algún pie. Mi hermano, más conocido como “El Francobelga”, es muy de álbum europeo. Servidor, aunque muy versátil, no oculta sus dos debilidades: el manga de samuráis y el noir. O al revés. Nunca sabré determinarlo con precisión.
A lo que vamos: Greg Rucka no es un desconocido en el mundillo del cómic y, de hecho, he tenido el gusto de leerme varias veces su Queen & Country, obra que reseñaré algún día y que os recomiendo encarecidamente. Rucka es uno de esos guionistas a los que se les ha colgado, con razón, la etiqueta de escritores de suspense. Y, efectivamente, el sujeto se mueve en el género como pez en el agua.
Con esta serie relativamente reciente –la comenzó en 2010-, Rucka ha unido fuerzas con el dibujante Matthew Southworth para dar vida a la detective –atención- Dexdedrine Callisto Parios, -ponedle ese nombre compuesto a vuestras hijas, vamos, os reto-, una brillante detective propietaria de Stumptown Investigations a la que su ludopatía arrastrará a contraer una deuda importante con un casino propiedad de las Tribus Confederadas de la Costa Oeste. La dueña del casino le propondrá perdonarle la deuda a cambio de que encuentre a su nieta desaparecida. Sin embargo, nuestra detective se verá inmersa en un asunto bastante más turbio de lo que apunta en su inicio, como no podía ser de otra manera.
Apodada cariñosamente Dex, nuestra protagonista ejemplifica un arquetipo que Greg Rucka conoce bastante bien, y no es otro que el de la sufrida heroína. Tara Chace, Carrie Stetko, Batwoman… Rucka apuesta por el sexo femenino para protagonizar muchos de sus thrillers y, francamente, el tipo tiene ojo. Con Dex, ha vuelto a lograrlo. Una detective entrañable, muy simpática al lector, humana y con un toque sarcástico que a mí, personalmente, me ha encandilado.
La historia se lee del tirón, con la característica fluidez de Rucka. No hay sobrecarga de secundarios, sólo los personajes justos, desarrollando su papel adecuado. Oficio de guionista, que lo llaman. También destacaría que esta historia me huele descaradamente a calentamiento. Rucka es capaz de mucho más. El argumento de este primer volumen de Stumptown tiene cierto aroma clásico y sirve como carta de presentación para Dex. Cabe intuir que Rucka considera Stumptown un proyecto a largo plazo, algo que no ocurrió, por ejemplo, con Whiteout.
En el apartado gráfico, notable ha sido mi sorpresa con Matthew Southworth. El dibujo, de trazo nervioso y sucio en las escenas de acción, y ligeramente más estilizado en la escenas de diálogo de Stumptown, recuerda poderosamente al de series como Sleeper, Criminal, Incognito o Fatale, del tándem Brubaker-Phillips, algo que sienta estupendamente a la historia narrada por Rucka, por cierto. El color, no obstante, es más apagado, muy seguramente para reflejar el ambiente gris y melancólico de Portland, ciudad en la que, además, reside el propio Rucka.
Concluyendo, Planeta Cómic –que cambió de nombre hace poco- nos ha traído un estupendo tebeo de género negro que rezuma talento en cada página y que me hace soñar con la salida del segundo caso de esta peculiar y sufrida detective de nombre inverosímil. A ser posible, mañana mismo.
Un saludo, camaradas.