Ya estamos aquí de nuevo para seguir contándoos las aventuras de uno de los gentleman más prolíficos de la bd del siglo XXI.
Como ya os anunciábamos al final de nuestra reseña del primer integral, Van Hamme cedió la pluma a Thierry Cailleteau (guionista de sobrada experiencia en el país galo), el cual nos desarrolla una historia que ahondará en el pasado de Wayne Shelton, trayéndonos a colación a un viejo enemigo.
Además de esta trama, que ocupa los dos primeros capítulos del tomo (álbumes cuatro y cinco en Francia), este volumen que nos trae Dolmen Editorial también incluye un sexto número donde Shelton deberá viajar al país de Bamago (en la mitad sur de África) para rescatar a un corresponsal de guerra secuestrado tras un golpe de Estado que ha desencadenado un conflicto civil en la región.
Uno
de los intereses que más suscitaba esta nueva aventura de nuestro ex
combatiente y veterano seductor era comprobar si Cailleteau estaba a la
altura de su predecesor. En este punto, mi respuesta ni es ni debe ser
categórica en ninguno de ambos sentidos, y me explico: Thierry tiene un
estilo más frenético y, por ende, menos elaborado que el de su
compatriota. Esta nueva trama tiene bastante más acción que la que
viéramos en Rusia y el ritmo que se impone en la narración conlleva un
trasfondo más ligero, por lo que no es mejor ni peor, sino simplemente
otra forma de contarnos una historia. A mi, personalmente, me gusta más
Van Hamme, ya que valoro positivamente la profundidad en las tramas y
soy un amante de los detalles por pequeños que sean, aunque estos
conlleven pequeñas concesiones en la acción.
Un
detalle importante es que, por primera vez, bucearemos en el pasado
militar de Shelton y lo veremos al frente de un pelotón en Vietnam con
veinte años menos. Esto hará que vayamos formando una personalidad de
nuestro protagonista con más peso y trayectoria, en pos de otros héroes
que, por más que avanzan sus aventuras, solo sabemos lo bien que se les
da matar a los malos y salir de cada aprieto con algunos rasguños más
que menos. Sin embargo, este nuevo integral nos sirve también para
sentenciar el carácter absorbente y predominante de Wayne, y es que,
como buen James Bond, la aventura está hecha por y para él, por lo que
el plantel de secundarios que le acompañan en cada aventura son meros
instrumentos en la trama. Tal vez la única que sí puede tener un poquito
más de significado es su amiga y amante, Honesty Goodness, la cual
conforme avanzamos en la lectura de la saga va cogiendo algo más de
caché, tomando un papel más importante que la de mera "chica Bond". El
resto de variopintos actores de morales discutibles tan solo reflejan la
facilidad de nuestro protagonista para tener amigos en cualquier rincón
del globo, como para granjearse enemigos por doquier.
Respecto
al dibujo, no hubo nada que objetar antes y tampoco lo hay ahora.
Denayer es un especialista en lo que a pinceles de estilo clásico y
aroma a bd de escuela se refiere, y lo suyo con los vehículos es algo
innato. Es sobrecogedor el dinamismo que imprime en las persecuciones y
la fuerza de su trazo en explosiones y demás "efectos especiales".
Evidentemente, esto no le hace descuidar en ningún momento el detalle y
caracterización de los personajes, aunque sí es cierto que las peleas
cuerpo a cuerpo son su punto "menos fuerte".
También
deciros no solo que, como os anunciamos en la anterior reseña, Dolmen
tiene todo listo para publicar el tercer tomo recopilatorio en mayo,
sino que con él vuelve a los guiones el padre de nuestro personaje, Jean
Van Hamme, a partir del noveno cómic, que será el último que recoja
este próximo integral.
Nada
más queridísimos lectores, agradeceros la lectura y agradecerle también
a Dolmen su inmensa labor al estar trayéndonos, poco a poco, todos lo
grandes clásicos francobelgas. ¿Una última recomendación? Si os gustan
las pelis de James Bond, dejaos engatusar por esta saga que os hará
viajar a los confines del mundo si levantaros del sillón.