Cuando escribimos, si lo hacemos el tiempo suficiente y con la honestidad necesaria, damos vida a nuestros demonios. Lo que nos obsesiona coge consistencia hasta tener la entidad suficiente como para ser el leitmotiv de una obra. Y es lo que parece ocurrirle a Jeff Lemire cuando piensa en el ser humano y la falta de responsabilidad sobre sus actos.
Ya vimos en la intimista Trillum (reseñada AQUÍ) cómo la falta de fe y de reflexión llevan al hombre hasta el borde de su destrucción, e incluso a poner en peligro con su avaricia la única esperanza de salvación. También nos mostró su visión de que el amor salva al ser humano de sí mismo, y jugó hábilmente con el lenguaje planteándose en dónde se encuentra exactamente el núcleo necesario de la comunicación.
Todos estos temas parecen estar presentes en mayor o menor medida en este Descender. Esta historia de ciencia ficción apunta alto en el que puede ser un año memorable para Jeff Lemire.
La serie tiene dos ejes que confluyen al final del primer número: por un lado, se nos cuenta cómo unos gigantescos robots aparecen para amenazar y alterar el orden establecido en una sociedad futurista y cómo el Dr.Quon (un genio de aquella sociedad robotizada y espacial) parece de alguna manera ligado a estas máquinas. Por el otro, nos encontramos años después, con el pequeño Tim-21, que parece ser el vínculo entre el Dr. Quon y esas terribles máquinas y cuya historia tendréis que descubrir cuando tengáis el cómic entre vuestras manos.
Todo en esta obra tiene mimo, entendiendo el mimo como el mayor halago que se le puede hacer a un cómic de un corte tan personal como este. El dibujo acierta especialmente con el uso del color. Ninguna página da la sensación de transición a la que estamos acostumbrados en otras series ni pierde identidad. Cada diálogo está reducido al mínimo indispensable y normalizado para crear familiaridad con los personajes en apenas unas palabras. Las situaciones son interesantes y cada final de página es prácticamente un punto de giro. En fin, tengo que reconocer mi debilidad por este autor y, de momento, esta obra me parece de lo mejor que le he leído.
Mención aparte merece este año del escritor. Además de una muy interesante revisión del personaje de Ojo de halcón en su nueva serie regular de Marvel, siendo continuista con el magnífico trabajo realizado con el personaje por parte de Matt Fraction, este Descender y una enigmática pero emocionante colaboración con Scott Snyder para final de año (llamada A.D. After Death) se unen para mostrar la buena forma de las historias diferentes. Encuentro especialmente interesante el éxito de este tipo de escritores en las grandes editoriales, conformando una de las mejores épocas que recuerdo para el panorama americano.
No puedo (ni quiero) esconder que estoy encantado con este cómic. Con lo que cuenta y con lo que significa. Su realización es preciosista y no traiciona las raíces de sus autores. Nos habla de algo tan importante y olvidado como las consecuencias. El precio que debemos pagar y de que, si no miramos atrás, cada paso no tiene por qué ser un avance. Nos cuenta que el fanatismo es un peligro que nos acecha a todos si recibimos los estímulos necesarios y que en nuestra reacción se encuentra nuestra grandeza. Si tenéis la oportunidad de acceder a esta serie, hacedlo sin dudar. Si ya conocéis a este autor, os encantará, y si no... bueno, de nada. Pero, sin duda, debemos alegrarnos de que existan voces propias en este mundillo. Los lectores, en definitiva, no somos más que caníbales que devoran lo más íntimo de los escritores que nos gustan. Y ese néctar es más dulce cuanto más personal sea lo que nos cuentan.
Mención aparte merece este año del escritor. Además de una muy interesante revisión del personaje de Ojo de halcón en su nueva serie regular de Marvel, siendo continuista con el magnífico trabajo realizado con el personaje por parte de Matt Fraction, este Descender y una enigmática pero emocionante colaboración con Scott Snyder para final de año (llamada A.D. After Death) se unen para mostrar la buena forma de las historias diferentes. Encuentro especialmente interesante el éxito de este tipo de escritores en las grandes editoriales, conformando una de las mejores épocas que recuerdo para el panorama americano.
No puedo (ni quiero) esconder que estoy encantado con este cómic. Con lo que cuenta y con lo que significa. Su realización es preciosista y no traiciona las raíces de sus autores. Nos habla de algo tan importante y olvidado como las consecuencias. El precio que debemos pagar y de que, si no miramos atrás, cada paso no tiene por qué ser un avance. Nos cuenta que el fanatismo es un peligro que nos acecha a todos si recibimos los estímulos necesarios y que en nuestra reacción se encuentra nuestra grandeza. Si tenéis la oportunidad de acceder a esta serie, hacedlo sin dudar. Si ya conocéis a este autor, os encantará, y si no... bueno, de nada. Pero, sin duda, debemos alegrarnos de que existan voces propias en este mundillo. Los lectores, en definitiva, no somos más que caníbales que devoran lo más íntimo de los escritores que nos gustan. Y ese néctar es más dulce cuanto más personal sea lo que nos cuentan.