Me es inevitable empezar esta entrada sin recordar las palabras de J. en uno de sus múltiples comentarios (no sabéis lo que os perdéis al no dejarnos unas palabras; ¡pero nunca es tarde para empezar!): "Deberíais plantearos cambiar el nombre del blog por el de "Júralo por Zidrou"; y la verdad es que tuvo bastante gracia.
No en vano es uno de los autores que tiene etiqueta propia en la bitácora, y es que hemos reseñado gran parte de su vida y obra, y servidor hoy os trae con esta reseña su visión de La Mondaine, así que sí...podríamos pensar en cambiarlo (risas).
Dicho
esto y antes de empezar con el tema en cuestión, si alguien se entera
de la creación de un grupo en Facebook tipo "Yo me llevaría a Zidrou a
una isla desierta y otras guarreridas españolas", avisadnos, ¿vale?.
Esta
vez, Zidrou se volvió a juntar con nuestro querido Jordi Lafebre
(normal después del tebeo que se marcaron en Lydie), para contarnos una
historia bastante más cruda y grotesca de a lo que ambos nos tienen
acostumbrados. La Mondaine trata sobre una brigada francesa que se
encargaba de perseguir a la prostitución de las calles de París desde antes de la Segunda Guerra Mundial, ya que, parece que no en
vano, la capital gala era conocida en todo el continente como "El burdel
de Europa". Sin embargo, y pese a una trama que se podría prestar
fácilmente al erotismo y pornografía, ambos artistas cuidan muy mucho el
no traspasar esa línea entre la "cruda realidad" y lo obsceno, cosa que yo personalmente les agradezco.
Sin
embargo, también he de deciros que ha sido una historia que me ha
parecido querer abarcar mucho en pocas páginas (y mira que es de las pocas tramas de Zidrou que superan el álbum autoconclusivo). A lo largo de algo más
de 100 hojas, el belga nos habla sobre la prostitución en París a la par que
desarrolla una brigada de moral distraida (la cual dedica parte de sus
esfuerzos a perseguir la que encuentra en la calle y la otra parte a
disfrutar de la que se esconde tras las puertas), utiliza como telón de
fondo la II Guerra Mundial y su infame holocausto y aún le sobran algunas
páginas para hablar sobre los traumas infantiles, la locura satánica, los sueños
inalcanzables, un bonito y reflexivo final y hasta
un guiño a su anterior obra con Lafebre, Lydie.
La
Mondaine es un buen cómic, con una historia peculiarmente dramática y
un dibujo soberbio (cómo no), pero, o bien hubiese agradecido ser una
trilogía, o bien no querer probarlo todo. No se trata ni de un tebeo
histórico ni de otro que trate de ahondar en la brigada policial, la
vida parisina de la época o el yugo nazi, sino que es un drama con todas
las letras, cuyo protagonista está tremendamente bien definido de
principio a fin, y a lo que asistimos a lo largo de los dos álbumes es a las bofetadas que la vida le da en la cara, a cada cual más acusadora.
Respecto
al dibujo de Lafebre, la dulzura y sensibilidad que se respira en los
guiones de Zidrou es la misma que transmite este artista con sus
lápices. Ha sido todo un acierto, a mi entender, que Jordi se ocupara de
esta historia, porque su trazo más redondeado y esos colores luminosos
restan a la trama ese exceso de crudeza que la habría envilecido. Las
viñetas son una perfecta contraposición a la trama que se nos está
contando, por lo que el cóctel que resulta de ello es un magnífico
equilibrio en el que no todo se reduce a escenas de "vicios y virtudes".
Hay todo un universo detrás de esa banalidad, y esa idea queda
perfectamente plasmada bajo el arte del catalán.
Respecto
a los personajes y protagonistas de la saga, en primer plano
tenemos a Aimé Louzeau, al que creo que podríamos definir como un niño
encerrado en el cuerpo de un adulto. Obligado por sus circunstancias
personales a madurar, pero sin haber conocido otra vida que no sea la de
una criada o madre a su lado que le lave la ropa, le prepare la comida,
lo saque al cine o le compre regalos. Un personaje bastante débil e
inseguro, anclado en esa romántica idea de los sueños infantiles y que
verá su vida derrumbarse cual edificios bombardeados por la guerra
cuando pierda esa "dañina" seguridad. Junto a él, un elenco bastante
numeroso de secundarios, entre los que destacan el inspector jefe de la
brigada, Severin, su madre, una tal Valentine y "la chica de la
pantera".
Antes
de terminar, deciros que estoy dispuesto a debatir con todo aquel que
quiera sobre esta saga y su final en los comentarios (para nada mascado), así que...¡Os
estoy esperando!
Pd. Creo que este poema de Calderón de la Barca le viene que ni pintado al fondo del tebeo...
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
Como siempre, ¡dispuesto a debatir con ustedes!