Sapristi es el nuevo sello de Roca Editorial y se estrena con este Matar a mi madre, la primera novela gráfica del veterano Jules Feiffer, que a sus 85 años nos cuenta una historia de serie negra como ya no se hacen.
Jules Feiffer comenzó como asistente de Will Eisner a finales de los 40. Ha realizado cortometrajes animados y más de cuarenta libros infantiles. Entre las decenas de premios que han destacado su trabajo a lo largo de los años destacan un Pulitzer y un Óscar de la Academia. Pero no ha sido hasta este momento, a los 85 años de edad, cuando ha realizado su primer cómic en el que aparece como autor completo.
El cómic gira alrededor de varios personajes; de este modo nos encontramos con Elsie, una viuda que trabaja para un detective privado alcohólico con el fin de que le ayude a averiguar quién asesinó a su marido; Annie, la hija de Elsie que sueña con seducir al detective y matar a su madre a la que no perdona que dedique su tiempo a trabajar con el detective en lugar de estar en casa; y además aparece una nueva clienta muy parecida a Elsie, quién solicita los servicios del detective para buscar a un hombre. Pero la trama se enreda: Boxeo, Segunda Guerra Mundial, el Pacífico y una historia repleta de giros donde nada es lo que parece hasta llegar a un desenlace con sorpresa.
Feiffer rinde homenaje a varios autores a los que él mismo cita, como Hammer, Chandler o Caín en lo literario, John Huston, Billy Wilder o Howard Hawks en lo cinematográfico y el mencionado Eisner en el apartado gráfico, creando una obra con claro sabor a película de serie negra de los años 40, con femme fatale (en este caso tenemos varias), detective privado alcohólico y una trama que en ocasiones cuesta seguir. En este sentido, a la obra que más me ha recordado es a la película El sueño eterno, con la pareja Humphrey Bogart/Lauren Bacall como protagonistas. Ambas comparten una historia en la que es fácil perderse, pero no por ello deja de ser disfrutable (más bien todo lo contrario).
En cuanto al apartado gráfico utiliza un trazo nervioso, dinámico y se podría decir que abocetado que crea la sensación de continuo movimiento. El problema que veo en este dibujo es respecto a las caras de las protagonistas, que hace que se parezcan demasiado. Eso, uniéndolo a una trama bastante liosa, produce que tengamos que estar pasando páginas hacia atrás para comprobar quién era tal y qué le había pasado a cual.
Esta situación de tener que mirar hacia atrás para refrescar y poder seguir la trama creo que es lo que pretendía el autor con su tebeo (se puede decir que es marca de la casa en este tipo de historias), por lo que no sé si considerarlo como algo negativo o todo lo contrario.
En definitiva, Matar a mi madre es un cómic de los de antes, que cuenta una historia de las que ya no se hacen y de una manera que parecía haberse perdido. Los amantes del género negro clásico estamos de enhorabuena y no debemos dejar escapar esta pequeña joya que sin ninguna duda se verá eclipsada entre tanta novedad, pero aquellos que le den una oportunidad no se sentirán defraudados lo más mínimo.