El año pasado se publicó en nuestro país el cómic que batió el récord de premios literarios en EEUU, además de ganar este año el Premio Especial del Jurado en Angoulême y estar nominado en el Salón de Barcelona. Fabricar Historias no es un tebeo al uso. Nos encontramos ante una caja que contiene en su interior catorce historias en diferentes formatos sobre la vida de una mujer.
Cuando uno lee la cantidad de premios que ha ganado esta obra y la forma tan peculiar que ha tenido su autor de contárnosla, rindiendo homenaje a los diferentes formatos en los que se han publicado cómics, desde la tapa dura al tamaño sábana de los periódicos, pasando por la grapa e incluso por las tiras mudas; no podemos hacer otra cosa que plantearnos una pregunta: ¿Estamos ante el mejor cómic jamás realizado?
Y es que la sensación de llevarte a casa este Fabricar Historias, dejarlo encima de la cama (o de algo de grandes proporciones), abrirlo y empezar a sacar lo que su interior contiene es algo único.
Y es que la sensación de llevarte a casa este Fabricar Historias, dejarlo encima de la cama (o de algo de grandes proporciones), abrirlo y empezar a sacar lo que su interior contiene es algo único.
La respuesta al por qué de este formato la responde el propio Chris Ware en la parte posterior de la caja, al decir que esto es una reivindicación del papel ante el formato digital, y es que el autor se muestra algo reacio ante los avances tecnológicos.
La caja, como hemos dicho, contiene catorce historias en diferentes formatos. La mayoría de ellas tratan sobre la vida de una mujer, salvo un pequeño tebeo de una abeja (que aparece en algunos momentos de otras historias, y que sirve de alivio cómico) y un tablero que es una especie de guía de este particular rompecabezas que nos propone el autor. En total, nos encontramos ante 260 páginas que se han ido publicando a lo largo de 10 años en periódicos como The New York Worker o The New York Times, además de bastantes páginas de material inédito que ve la luz por primera vez gracias a esta publicación.
Una vez analizado el particular formato de la obra, vamos a ahondar sobre la trama y descubrir si estamos ante una historia con alma o meramente formal.
Fabricar Historias nos habla de una mujer durante las diferentes etapas de su vida. En un principio, Ware tenía la intención de contar las vidas de las diferentes personas que habitan en un mismo edificio. Ese germen lo podemos apreciar al ver cómo se cuelan durante la trama retazos de las vidas de otras personas, como la casera de nuestra protagonista; pero durante la creación de la obra, Ware comprobó cómo la vida de esta mujer iba adquiriendo más protagonismo hasta el punto de que una historia en principio coral se convierte en una historia con un único personaje protagonista. Es llamativo cómo un personaje ficticio tiene tanta fuerza y personalidad como para comerse al resto y adquirir todo el protagonismo. Y es que la vida de esta mujer es la vida de todos: cualquiera de nosotros se verá reflejado en más de una ocasión o veremos en ella a alguien cercano. Durante toda la obra conoceremos todos sus sueños, desengaños, aspiraciones y miedos. Nos introduciremos en su psicología y en sus pensamientos, produciéndonos la sensación de que esta mujer salta de las páginas, sintiéndonos sus confidentes.
Jimmy Corrigan: el chico más listo del mundo, la anterior obra de Ware, era una historia esencialmente masculina, donde narraba el primer encuentro de Jimmy Corrigan con su padre cuando ya alcanzaba la treintena y, paralelamente, la infancia de su abuelo, que fue abandonado por su padre en la Exposición Universal de Chicago en 1893. Estábamos ante una historia de encuentros y abandonos, de padres e hijos, en el que el protagonista era el álter ego del autor, que tampoco tuvo apenas contacto con el que fuera su padre. Jimmy Corrigan y Fabricar Historias comparten un mismo tono y ambos desprenden las ganas del autor por experimentar y exprimir al máximo las posibilidades que ofrece el medio.
Jimmy Corrigan ofrecía en su reverso unas instrucciones para que los lectores entablasen una "relación lingüística exitosa con el teatro pictórico". Fabricar Historias carece de unas instrucciones y hasta de un orden, por lo que cada lector abordará su lectura de una manera distinta, sin capítulos ni números de páginas, sin principio ni fin. Recorreremos la vida de esta mujer como si alguien nos la estuviera contando: un día nos hablará de la madre y esposa que odia su cuerpo y otro sobre la joven que iba a clase de pintura y soñaba con tener pareja algún día.
Muchos dicen que ambos cómics de Ware son profundamente tristes, a lo que el autor ha respondido de la siguiente forma: "La tristeza es la más común de las moléculas de la realidad emocional, que solo se compone de fugaces elementos de felicidad y alegría. Imagina lo horrible que sería la vida si los seres humanos fuésemos delirantemente felices todo el tiempo".
Es este tono melancólico y triste lo que hacen las obras de Ware tan características, únicas e inconfundibles. Muchos otros ven estas obras como poco accesibles y no aptas para todos los públicos; sin embargo, esta idea no puede estar más lejana de la realidad. Ambas obras son perfectamente accesibles y para todo el mundo, lo que nos recuerda la frase de "el arte es aquel que les gusta a algunos mientras que el buen arte es aquel que gusta a todo el mundo".
La caja, como hemos dicho, contiene catorce historias en diferentes formatos. La mayoría de ellas tratan sobre la vida de una mujer, salvo un pequeño tebeo de una abeja (que aparece en algunos momentos de otras historias, y que sirve de alivio cómico) y un tablero que es una especie de guía de este particular rompecabezas que nos propone el autor. En total, nos encontramos ante 260 páginas que se han ido publicando a lo largo de 10 años en periódicos como The New York Worker o The New York Times, además de bastantes páginas de material inédito que ve la luz por primera vez gracias a esta publicación.
Una vez analizado el particular formato de la obra, vamos a ahondar sobre la trama y descubrir si estamos ante una historia con alma o meramente formal.
Fabricar Historias nos habla de una mujer durante las diferentes etapas de su vida. En un principio, Ware tenía la intención de contar las vidas de las diferentes personas que habitan en un mismo edificio. Ese germen lo podemos apreciar al ver cómo se cuelan durante la trama retazos de las vidas de otras personas, como la casera de nuestra protagonista; pero durante la creación de la obra, Ware comprobó cómo la vida de esta mujer iba adquiriendo más protagonismo hasta el punto de que una historia en principio coral se convierte en una historia con un único personaje protagonista. Es llamativo cómo un personaje ficticio tiene tanta fuerza y personalidad como para comerse al resto y adquirir todo el protagonismo. Y es que la vida de esta mujer es la vida de todos: cualquiera de nosotros se verá reflejado en más de una ocasión o veremos en ella a alguien cercano. Durante toda la obra conoceremos todos sus sueños, desengaños, aspiraciones y miedos. Nos introduciremos en su psicología y en sus pensamientos, produciéndonos la sensación de que esta mujer salta de las páginas, sintiéndonos sus confidentes.
Jimmy Corrigan: el chico más listo del mundo, la anterior obra de Ware, era una historia esencialmente masculina, donde narraba el primer encuentro de Jimmy Corrigan con su padre cuando ya alcanzaba la treintena y, paralelamente, la infancia de su abuelo, que fue abandonado por su padre en la Exposición Universal de Chicago en 1893. Estábamos ante una historia de encuentros y abandonos, de padres e hijos, en el que el protagonista era el álter ego del autor, que tampoco tuvo apenas contacto con el que fuera su padre. Jimmy Corrigan y Fabricar Historias comparten un mismo tono y ambos desprenden las ganas del autor por experimentar y exprimir al máximo las posibilidades que ofrece el medio.
Jimmy Corrigan ofrecía en su reverso unas instrucciones para que los lectores entablasen una "relación lingüística exitosa con el teatro pictórico". Fabricar Historias carece de unas instrucciones y hasta de un orden, por lo que cada lector abordará su lectura de una manera distinta, sin capítulos ni números de páginas, sin principio ni fin. Recorreremos la vida de esta mujer como si alguien nos la estuviera contando: un día nos hablará de la madre y esposa que odia su cuerpo y otro sobre la joven que iba a clase de pintura y soñaba con tener pareja algún día.
Muchos dicen que ambos cómics de Ware son profundamente tristes, a lo que el autor ha respondido de la siguiente forma: "La tristeza es la más común de las moléculas de la realidad emocional, que solo se compone de fugaces elementos de felicidad y alegría. Imagina lo horrible que sería la vida si los seres humanos fuésemos delirantemente felices todo el tiempo".
Es este tono melancólico y triste lo que hacen las obras de Ware tan características, únicas e inconfundibles. Muchos otros ven estas obras como poco accesibles y no aptas para todos los públicos; sin embargo, esta idea no puede estar más lejana de la realidad. Ambas obras son perfectamente accesibles y para todo el mundo, lo que nos recuerda la frase de "el arte es aquel que les gusta a algunos mientras que el buen arte es aquel que gusta a todo el mundo".
Buscando más paralelismos, podríamos decir que Fabricar Historias es el Boyhood de los cómics, ya que ambos intentan contar la vida de una persona a lo largo de varios años, pasando por varias etapas de su vida. Ambos cómics quieren retratar la vida, pero mientras Boyhood es una historia demasiado lineal y carente de sentimiento y alma, este Fabricar Historias es todo lo contrario. Donde uno llega a aburrir, el otro emociona.
Al principio de la reseña lanzaba la pregunta de si nos encontramos ante el mejor cómic que se haya realizado...La respuesta la deberá dar cada uno cuando haya vuelto a guardar todos los pequeños fragmentos de una vida en la caja. Lo que sí tengo claro es que tanto Jimmy Corrigan como Fabricar Historias son parte de la historia del cómic, llegando a formar un díptico que poco o nada tienen que envidiar a las mejores obras que se hayan producido en los diferentes medios.
Al principio de la reseña lanzaba la pregunta de si nos encontramos ante el mejor cómic que se haya realizado...La respuesta la deberá dar cada uno cuando haya vuelto a guardar todos los pequeños fragmentos de una vida en la caja. Lo que sí tengo claro es que tanto Jimmy Corrigan como Fabricar Historias son parte de la historia del cómic, llegando a formar un díptico que poco o nada tienen que envidiar a las mejores obras que se hayan producido en los diferentes medios.