Hola de nuevo, fervientes seguidores de JpM. Hoy voy a comentaros mis impresiones de una de las reediciones de Astiberri para este pasado mes de marzo. Hablo de MI AMIGO DAHMER, obra de Derf Backderf centrada en rememorar las vivencias adolescentes de uno de los asesinos en serie más infame de la historia de Estados Unidos: Jeff Lionel Dahmer Flint, conocido como El Carnicero de Milwaukee.
Hace relativamente poco, con motivo del boletín de novedades de Astiberri, mis camaradas Dani y Filisk mantenían conmigo un debate sobre los cómics de asesinos en serie y la extraña empatía que generan con los lectores. La mística del asesino al que persigue un sufrido policía mientras va recolectando escabrosas pistas durante una vertiginosa investigación es una historia que, por regla general, suele funcionar. Sin embargo, la fórmula está muy repetida en cualquier medio. El asesino puede ser más o menos sanguinario. El policía puede ser más o menos espabilado. Las pistas pueden ser más o menos complejas, pero, al final, todo se reduce a la emoción de la persecución, a la caza del depredador descontrolado que siembra el caos en la ciudad –preferencias obvias por Nueva York, como no podía ser de otra manera-.
El espectador, con un criterio a mi juicio razonable, termina cansándose de esta fórmula, y creo que los autores, sean guionistas de cómics o de TV, se están poniendo las pilas en los últimos años porque, seamos sinceros, la originalidad es un requisito casi obligado hoy día para tener una ligera aspiración de triunfo en el mercado.
El espectador, con un criterio a mi juicio razonable, termina cansándose de esta fórmula, y creo que los autores, sean guionistas de cómics o de TV, se están poniendo las pilas en los últimos años porque, seamos sinceros, la originalidad es un requisito casi obligado hoy día para tener una ligera aspiración de triunfo en el mercado.
Hace poco os hablé de las buenísimas impresiones que me dejó YO, ASESINO (reseñado AQUÍ), de nuestros compatriotas Antonio Altarriba y Keko. Era un cómic original, muy centrado en ofrecer una compleja radiografía de la psique del asesino, que arrojaba una conclusión inquietante: todos convivimos con la bestia que anida en nuestro interior.
La mayoría de las veces, la bestia permanece en letargo, dominada por las reglas de juego que la civilización ha terminado imponiendo. Pero, a veces, esa bestia toma el control… ante la indiferencia del resto de la gente. Esto es, a grandes rasgos, lo que viene a exponer Backderf en Mi amigo Dahmer.
Os pongo en contexto: Jeff Dahmer fue compañero de instituto de Derf Backderf. El autor del cómic quedó profundamente impactado cuando supo que la identidad del asesino que había acabado con la vida de más de una quincena de personas era Jeff Dahmer, aquel muchacho al que recordaba como un marginado que se convirtió en el pelele de sus compañeros por sus realistas imitaciones de ataques de parálisis cerebral. Así pues, decidió contar, vía cómic, sus recuerdos de adolescencia con este siniestro personaje. Un relato que, aunque no llega a compadecer la figura solitaria e ignorada del asesino, sí me ha dejado la sensación de ser lo más cercano a un lamento. El lamento de ver a un compañero de instituto convertido en un monstruo ante la total indiferencia de su entorno.
El cómic se centra en los recuerdos de Backderf sobre Dahmer en su etapa adolescente, recorriendo ese silencioso y aterrador descenso al infierno que fue consumiendo poco a poco a Jeff hasta sumirlo en la locura. No voy a entrar en detalles para evitar spoilers, pero puedo aseguraros que, tras comprobar por la red datos que se exponen sobre este asesino, el trabajo de Backderf ha sido, sin duda, muy minucioso.
Backderf emplea un dibujo con un claro tono underground que a mi parecer dota a la narración de un toque perturbador que encaja perfectamente con la naturaleza del relato: un hombre alto, corpulento, de larga melena rubia y unas enormes gafas que permiten al autor otorgar una desasosegante mirada al oscuro protagonista.
Que nadie espere un relato gore, sanguinario o despiadado sobre Jeff Dahmer. Backderf podría haber narrado –provocando más de una arcada- el sangriento periplo del Carnicero de Milwaukee hasta su detención, dejando tras de sí 17 cadáveres… O, en algunos casos, los trofeos que coleccionaba de ellos. Pero el objetivo de Backderf, quiero pensar, se acerca más a demostrar que Dahmer pudo haberse reorientado, que podría haberse salvado de caer en la oscuridad si alguien hubiese estado dispuesto a tenderle la mano. En este sentido, encuentro el cómic bastante descorazonador, y ello aunque hay una suerte de humor macabro en algunos tramos del relato.
Concluyendo: Mi amigo Dahmer es una visión distinta del relato del asesino en serie. Presencia policial testimonial y, para colmo, ridícula. No hay persecución. Sí hay asesino, pero en fase larvaria. El cómic supone asistir, con el corazón en un puño, a la eclosión de un demonio. Un demonio que no quería serlo. Y que, sin embargo, no pudo evitarlo.
Aunque el dibujo no es, ciertamente, para todos los públicos, la historia arroja bastantes cuestiones para reflexionar y aporta una perspectiva muy interesante de la figura del serial killer. A mí, personalmente, me tocó en varios momentos. Sigo sin compadecer a Jeff Dahmer, pero su situación me hace pensar que, a veces, esa bestia interior a la que hice alusión al principio, se alimenta mejor en silencio, cuando no tienes a nadie que te escuche.
Un saludo, amigos. ¡Salud, Y UN BUEN CÓMIC!