Ediciones Ponent nos trae Paseo de los Canadienses, un cómic con guión y dibujo de Carlos Guijarro que revive el éxodo de los malagueños conocido como la “desbandá”: Toda una población que intentó huir a Almería ante la inminente llegada del ejército Nacional tras la caída del bando republicano el 8 de febrero de 1937.
Se trata de un pasaje dramático y poco conocido de nuestra historia del que hoy en día solo perdura el nombre de un bonito paseo marítimo y el triste recuerdo de aquellos que lo vivieron.
En el cómic, Guijarro nos cuenta en primera persona cómo durante unas vacaciones de verano, llamó su atención el nombre de un bonito y transitado paseo marítimo: El Paseo de los Canadienses y, en qué modo, aquel nombre estaba relacionado con el médico canadiense Norman Bethune, tras leer la placa conmemorativa que lo explicaba.
De este modo, el autor empieza a investigar sobre lo que ocurriera en aquella “carretera de la muerte” en 1937 y encuentra a Macarena, una abuela que vivió la huida siendo ella pequeña y quien, aún hoy día, relata la masacre que allí se ejecutó con lágrimas en los ojos.
De este modo, el autor empieza a investigar sobre lo que ocurriera en aquella “carretera de la muerte” en 1937 y encuentra a Macarena, una abuela que vivió la huida siendo ella pequeña y quien, aún hoy día, relata la masacre que allí se ejecutó con lágrimas en los ojos.
Cada vez son más los cómics que nos hablan de la Guerra Civil española y eso, para aquellos a los que nos gustan las novelas históricas, es todo un lujo. Acercarnos a la época, a las vivencias de sus protagonistas y a lo que posteriormente desembocaron, es una llave al reconocimiento de nuestra memoria.
En este tebeo, la diferencia radica en que relata un punto concreto de la historia que yo personalmente desconocía y se centra, además, en una ciudad en la que he tenido la suerte de vivir y en un paseo que, pese a haberlo transitado, desconocía su significado, lo que me ha conmovido aún más. Te obliga a reconocer que en gran medida somos portadores del conocimiento de la historia que más se nos aleja y no tanto de aquella en la que, de alguna medida, somos partícipes en el presente.
En este tebeo, la diferencia radica en que relata un punto concreto de la historia que yo personalmente desconocía y se centra, además, en una ciudad en la que he tenido la suerte de vivir y en un paseo que, pese a haberlo transitado, desconocía su significado, lo que me ha conmovido aún más. Te obliga a reconocer que en gran medida somos portadores del conocimiento de la historia que más se nos aleja y no tanto de aquella en la que, de alguna medida, somos partícipes en el presente.
Solo nos queda escudarnos, como lo hace Macarena y tantos otros supervivientes de la época, en una explicación sencilla en la que apoyar nuestro olvido: “La guerra borró todo lo que habíamos sido y la posguerra, todo lo que podíamos ser”, por lo que casi apenas no queda ni el recuerdo de lo que fue, más allá de algunos libros que intentan desesperadamente devolvernos algo de memoria.
Acercaros al Paseo de los Canadienses aquellos a los que os guste este tipo de trama y renunciar a encontraros con un dibujo espectacular, porque no es el caso. Las viñetas son sencillas y sobrias, aunque en algunos casos son más que suficientes para relatar la crueldad del ser humano y el desgarrado testimonio de una masacre.
¡Que disfrutéis con la lectura!