¡Esto no puede ser! Hacía tiempo que no viajábamos a un futuro distópico (hasta cierto punto) y postapocalíptico, y esta amarga e insoportable espera tenía que acabar; así que aquí estoy, compañeros, para hablaros de este cómic de Jean-Luc Istin, Kyko Duarte y Ellem que publicó las pasadas navidades nuestra lovely Yermo Ediciones: World War Wolves o, para los amigos, "el apocalíptico hombre lobo".
No es la primera vez que disfruto del guión de este francés, y es que hace bien poco que reseñamos Las Crónicas de Excálibur. Primera Crónica AQUÍ, cómic en el que hacía las delicias de todos los aficionados a la mitología artúrica junto a los lápices de Brion. Tampoco es la primera vez que Yermo nos habla dentro de su catálogo de la "leyenda" de ese ser mitad hombre, mitad lobo (Los Cuadernos de Darwin, reseñado AQUÍ). Y, ni mucho menos, es la primera vez que leemos una historia de tales características; sin embargo, World War Wolves mantiene esa frescura de una historia bien hecha y, sobre todo, pensada al detalle.
El tebeo nos situa en una época más o menos actual, en EEUU. Hace tiempo que un virus asoló la Tierra, convirtiéndola en un campo de batalla por la supervivencia. Dicha plaga convertía a los hombres en licántropos sedientos de carne humana y sin capacidad alguna para reprimir su instinto animal una vez convertidos en lobos. Así, una tras otra fueron cayendo ciudades y Estados enteros bajo la bestialidad de estos monstruos, los cuales mostraron ser capaces de organizarse bajo unos líderes elegidos por la única ley que impera en la selva. Sin embargo, la sociedad humana consiguió "reponerse" de los ataques y erigió varios bastiones donde aún hoy siguen aguantando los envites de las bestias, aunque esa aparente "seguridad" tras gigantescas murallas parece pender de un hilo tras terminar este primer número...
Bajo el subtítulo Dios tiene gracia, estas viñetas nos harán testigos de ese telón de fondo sobre el que se desarrolla la trama y se nos dará a conocer a los que parecen ser los protagonistas de la saga, terminando las últimas páginas del tebeo a un ritmo frenéticamente endiablado. He de decirlo: Jean-Luc Istin ha sido todo un descubrimiento; un guión con bastante fondo, que va otorgando a cada personaje su peso y significado como si de una partida de ajedrez se tratara y un ritmo in crescendo que nos hace adentrarnos de lleno en esta salvaje guerra sin cuartel.
A los lápices, Kyko Duarte nos dedica un trazo realista y expresivo que evita recrearse en exceso en la escenas que pudieran prestarse más a los desmembramientos y cabezas cercenadas (¡ojo!, que no digo que no las haya). Por su parte, el tratamiento del blanco y negro recuerda significativamente al que nos tiene acostumbrados Charles Adlard en Los Muertos Vivientes.
A lo largo de las 112 páginas de las que goza el cómic se darán cabida escenas de tensión, intriga, suspense, acción y hasta investigación y flashbacks entre recortes de periódico, imágenes de archivo y páginas de algún que otro diario. Este tomo lo tiene todo: la calidad que queda reflejada en una historia ambiciosa que no se conforma con acariciar el manido tema del fin del mundo y una vertiente gráfica que le da vida y pone cara al "hombre del saco". ¡No os lo perdais!
¡La lectura enriquece el alma!