Jean-Yves Delitte, autor de cómics y pintor oficial de la marina belga, firma a cuatro manos esta obra de arte que nos trae, en una edición integral de lujo, Yermo Ediciones.
Levad anclas y tensad los cabos, izad las velas y preparaos para doblegar al viento, porque estas son las históricas aventuras del Belem, uno de los barcos a vela de tres palos más emblemáticos de Francia y, posiblemente, el más hermoso de todos los que han salido del astillero de Nantes.
Bajo esta carta de presentación, raro sería que los amantes de la aventura marítima no cayeran rendidos a los pies de este cómic, y he aquí que viene el único pero capaz de haber impedido que se hagan con él a día de hoy: su precio, 40 euros. Sin embargo, para eso estamos hoy aquí. Para haceros ver que este tebeo vale todos y cada uno de sus reales.
Belem narra las aventuras y desventuras reales que vivió este icónico barco declarado monumento nacional de Francia y, a lo largo de sus casi 200 páginas a color, Jean-Yves Delitte nos deleitará con un guión acorde a la magnitud de la embarcación, un vocabulario marino sin parangón y unos pinceles...qué os voy a decir de los pinceles. Viendo algunas splash pages no solo es que te quedes embobado, sino que hacen reafirmarte una vez más en que lo que estás viendo es puro arte que nada tiene que envidiar a cualquiera de sus primos; pero empecemos por el principio.
Este integral recopila los cuatro álbumes francobelgas publicados por Glenat y, en cada uno de ellos, se narra alguna de las aventuras de las que fue testigo tan majestuosa nave, desde un motín a la erupción de un volcán en la Martinica. Las historias que nos cuenta Delitte parten de unos hechos verídicos para, a partir de ahí, distorsionar la realidad en mayor o menor medida para regalarnos una experiencia inolvidable.
Se evidencia también un ligero tono de melancolía conforme va avanzando el tebeo que se hace más que palpable en el último capítulo, y es que el Belem fue un barco que nació ya viejo. Cuando se botó por primera vez, algunos barcos a vapor llevaban ya más de diez años surcando los fríos océanos. Por ello, al igual que sus congéneres, parecía destinado al desguace más pronto que tarde. Sin embargo, su esplendor y belleza sin igual no solo lo salvaron de la quema, sino que aún hoy día sigue desafiando a vientos y tempestades.
En este sentido, el guión de Delitte afronta no solo las aventuras de esta "catedral a vela" y su tripulación, sino también el drama de los presidios en las colonias y el tremendo y "cruel" paso del tiempo, con su inevitable avance en pos de un "supuesto" progreso. No en vano, alguno de los protagonistas de esta ópera prima no deja de preguntarse "¡El progreso! ¿Para qué sirve, si nos arrebata nuestra humanidad? ¡El hombre ya no tiene tiempo para vivir!".
Para mi gusto, el primer capítulo es el más flojo de los cuatro en cuanto a historia se refiere, siendo a partir del segundo álbum cuando el cómic toma una altura solo alcanzable para unos pocos. Por su parte, el dibujo de Delitte, obviamente, se sale de cualquier baremo en lo que respecta al retrato de las embarcaciones y, en particular, de nuestro Belem, del cual creo que consigue captar toda su belleza y magnificencia...¡Hasta parece cobrar vida en algunas de sus viñetas, for godness shake! A su vez, los paisajes y cielos que pinta este belga son lo más parecido a una invitación a recostarnos con Morfeo pero, sin embargo (y porque aquí la comparación es inevitable), algunas expresiones faciales de los personajes son algo más toscas y en ciertas ocasiones (sobre todo, al principio, al darnos a conocer a los protagonistas) cuesta diferenciar a algún personaje de otro. Dicho esto, el dibujo se merece todos los elogios del mundo y alguno que otro que deberíamos inventar aquí mismo, solo para él.
Espero que Yermo nos traiga algunas obras más de este artistazo con todas las letras, porque sin quererlo ni beberlo, ha entrado de lleno en lo mejor de lo que va de año. Algunas de sus viñetas son para sacarlas a tamaño póster y colgarlas en el techo, justo encima de la cama. De hecho, si os quedais mirándolas un rato, se llega incluso a escuchar el romper de las olas contra su casco y a sentir su avance altivo y orgulloso. Toda una delicia, qué quereis que os diga.
¡La lectura enriquece el alma!
Este integral recopila los cuatro álbumes francobelgas publicados por Glenat y, en cada uno de ellos, se narra alguna de las aventuras de las que fue testigo tan majestuosa nave, desde un motín a la erupción de un volcán en la Martinica. Las historias que nos cuenta Delitte parten de unos hechos verídicos para, a partir de ahí, distorsionar la realidad en mayor o menor medida para regalarnos una experiencia inolvidable.
Se evidencia también un ligero tono de melancolía conforme va avanzando el tebeo que se hace más que palpable en el último capítulo, y es que el Belem fue un barco que nació ya viejo. Cuando se botó por primera vez, algunos barcos a vapor llevaban ya más de diez años surcando los fríos océanos. Por ello, al igual que sus congéneres, parecía destinado al desguace más pronto que tarde. Sin embargo, su esplendor y belleza sin igual no solo lo salvaron de la quema, sino que aún hoy día sigue desafiando a vientos y tempestades.
En este sentido, el guión de Delitte afronta no solo las aventuras de esta "catedral a vela" y su tripulación, sino también el drama de los presidios en las colonias y el tremendo y "cruel" paso del tiempo, con su inevitable avance en pos de un "supuesto" progreso. No en vano, alguno de los protagonistas de esta ópera prima no deja de preguntarse "¡El progreso! ¿Para qué sirve, si nos arrebata nuestra humanidad? ¡El hombre ya no tiene tiempo para vivir!".
Para mi gusto, el primer capítulo es el más flojo de los cuatro en cuanto a historia se refiere, siendo a partir del segundo álbum cuando el cómic toma una altura solo alcanzable para unos pocos. Por su parte, el dibujo de Delitte, obviamente, se sale de cualquier baremo en lo que respecta al retrato de las embarcaciones y, en particular, de nuestro Belem, del cual creo que consigue captar toda su belleza y magnificencia...¡Hasta parece cobrar vida en algunas de sus viñetas, for godness shake! A su vez, los paisajes y cielos que pinta este belga son lo más parecido a una invitación a recostarnos con Morfeo pero, sin embargo (y porque aquí la comparación es inevitable), algunas expresiones faciales de los personajes son algo más toscas y en ciertas ocasiones (sobre todo, al principio, al darnos a conocer a los protagonistas) cuesta diferenciar a algún personaje de otro. Dicho esto, el dibujo se merece todos los elogios del mundo y alguno que otro que deberíamos inventar aquí mismo, solo para él.
Espero que Yermo nos traiga algunas obras más de este artistazo con todas las letras, porque sin quererlo ni beberlo, ha entrado de lleno en lo mejor de lo que va de año. Algunas de sus viñetas son para sacarlas a tamaño póster y colgarlas en el techo, justo encima de la cama. De hecho, si os quedais mirándolas un rato, se llega incluso a escuchar el romper de las olas contra su casco y a sentir su avance altivo y orgulloso. Toda una delicia, qué quereis que os diga.
¡La lectura enriquece el alma!