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lunes, 4 de mayo de 2015

CODEFLESH, UN COMIC DE JOE CASEY Y CHARLIE ADLARD PUBLICADO POR ALETA EDICIONES

Fue allá por el 2000 cuando Joe Casey y Charlie Adlard se decidieron a crear los primeros capítulos de Codeflesh, de la mano de Image. Esta serie de corte noir bebe de grandes como The Spirit y el resultado global es un tebeo más que recomendable para los amantes del género.

¿Estais dispuestos a meteros en la piel de un agente de fianzas y cazarrecompensas con un serio problema de adicción a la violencia?

¡Adelante! (abstenerse sujetos en búsqueda y captura)




El cómic que hoy nos ocupa consta de nueve capítulos a modo de nueve mini-trabajos a los que deberá enfrentarse nuestro protagonista, Cameron Daltrey. Ya sabeis que no somos nada amigos de los spoilers, así que sobre la trama del álbum solo os contaré a grandes rasgos a qué se dedica nuestro "héroe". 

Cameron es un agente de fianzas de día y un cazarrecompensas de noche, prácticamente. Esta doble y, como podeis imaginaros, ajetreada vida social también debe (y quiere) compaginarla con el intento de una vida amorosa "normal" con una bailarina de striptease. Una premisa muy de género negro, ¿no? Estoy seguro que, a estas alturas, todos sabeis a lo que se dedica un agente de fianzas, pero tal vez no sepais cómo se gana el sueldo, así que voy a explicarlo rápidamente (tras haberme documentado, que nadie nace sabiendo). Un agente de fianzas, como su nombre indica, le "presta" el dinero necesario a los "malos" cuando estos tienen la posiblidad de pagar una fianza, decretada por un juez, para poder pasar los días hasta la celebración del juicio en su casa en vez de entre rejas. El tema funciona así: La policía atrapa al presunto delincuente, se le acusa de determinados delitos, el juez establece una fecha para el juicio y decreta una cantidad para "salir de la cárcel" bajo fianza (si no se paga, el presunto malhechor esperará pacientemente el día del juicio en prisión provisional). Cuando llegue ese día, si el acusado se presenta con total normalidad, el dinero de la fianza es devuelto a su propietario.


Con esto claro, es evidente y normal que cualquiera quiera pagar dicha cantidad para no estar esperando en la cárcel. Bien, pues nuestro Cameron Daltrey le presta ese dinero a estos tipos si no lo tiene a cambio de un 10% del total de la fianza, que es lo que conforma parte de su sueldo. Y ahora direis...¿complementa su sueldo con el trabajo de cazarrecompensas? ¡Pues no! El problema viene cuando el presunto criminal no se presenta al juicio el día acordado. Es en ese momento cuando Cameron se cabrea, y con razón. El agente de fianzas responde y es responsable de que el tipo al que le ha pagado la fianza se presente al juicio, por lo que, si este no lo hace, Cameron pierde su dinero y no lo recupera hasta que el fugado vuelva a ser puesto a disposición judicial, así que es aquí donde entra en juego la "otra vida" de nuestro protagonista. Cameron se enfunda su máscara con un código de barras impreso y va en busca del huidizo chorizo, al que le propina una somanta de palos memorable antes de devolverlo al Juzgado (esta es su parte favorita).

Ahora, todo esto que os he contado, imaginadlo en una ciudad oscura, con sucios callejones y traicioneros puntos ciegos, en donde la corrupción y delincuencia están a la orden del día y donde un vida no parece valer más que dos copas en un local de alterne. A esta ecuación hemos de sumarle el inestable romance de aquel que no puede (ni quiere) abandonar ese trabajo incompatible con una vida normal, tal vez por un tremendo e irrefrenable amor a su curro, y un elenco de villanos y fugitivos a cada cual más esperpéntico y sobrenatural (un humano-babosa, un psíquico y hasta un hombre-lanzallamas se dan cita en estas páginas).


La historia, como veis, tiene potencial, siendo su mayor pero que no haya más material publicado que el que hoy tenemos entre las manos gracias a Aleta Ediciones. Sus artistas son tremendamente conocidos ya; uno (Joe Casey), por cómics como Wildcats, La patrulla X, The Bounce (novedad de abril de Aleta) o Sex; el otro (Charlie Adlard), por algún que otro tebeo sobre muertos vivientes o algo así dicen (reseñado el último número, el 22, AQUÍ) y otros como El Aliento del Wendigo o La Muerte Blanca. No deja de ser destacable el hecho de poder ver el dibujo de Adlard a todo color en estas páginas (para mi gusto, gana enteros) y, sobre todo, de poder ver su evolución respecto al fenómeno Los Muertos Vivientes, ya que no hemos de olvidar que, pese a que este cómic acaba de ser publicado por Aleta aquí, data el año 2000, mientras que Los Muertos de Robert Kirkman empezaron su andadura algo más tarde (2003, aunque Charlie no lo haría hasta el séptimo número).

Por su parte y sin ánimo de extenderme más de lo necesario, Joe Casey firma un guión de altura, sucediéndose la trama a un ritmo que no parece reducir la marcha. Lo único que algunos podreis echar en falta es un desarrollo más detallado de los personajes y de sus motivaciones, pero la narración, marcada por unos capítulos de 13-15 páginas cada uno, no permite detenerse mucho en el pasado de los protagonistas, interesándose más por contarnos esa dualidad a la que se enfrenta nuestro Cameron Daltrey conforme avanzan las páginas.

Para mi gusto, una historia muy fresca y amena, cargada de potencia en sus páginas y de sentido en sus letras. No os espereis la típica obra noir que se sumerje en frases ocurrentes, lapidarias y cortas mientras se desliza por esas sucias barras de bar y el whiskey quema las gargantas cargadas de remordimientos y culpas autoimpuestas. Este cómic narra una historia que se sujeta en la violencia que describen sus páginas y en la crudeza de una ciudad donde la ley la sostiene el brazo más fuerte. Aquí no gana el que antes pega, sino el que sabe cómo encajar los golpes para luego atacar más fuerte (y con más rabia).

¡La lectura enriquece el alma!

Dani S.