Ser parte de la historia, hacer realidad lo que uno vive y experimenta e intentar plasmar en ilustraciones las emociones que se sienten ante el temor a la muerte son algunos de los tesoros que nos regala este cómic que hoy os reseño. Una Primavera en Chernóbil de Emmanuel Lepage (Francia 1966) salió publicado en el país vecino en el año 2012, aunque a España llegó el pasado mes de febrero de la mano de Spaceman Books.
Emmanuel Lepage nos muestra en este cómic todo un reportaje artístico y vital de su estancia en Chernóbil, veinte años después del terrible desastre nuclear que azotó la región ucraniana. El ilustrador se embarca, no sin miedo, en un proyecto programado por una asociación de artistas comprometidos llamada Dessin’Acteurs (Dibujactores), cuyo objetivo es hacer visible la situación actual de las zonas afectadas y de aquellos que se aferran a sus raíces y aún viven, o más bien, sobreviven en ella.
Más allá del relato de médicos, científicos o periodistas; la asociación buscaba crear una residencia de artistas en la zona para que éstos pudieran plasmar con sus creaciones las emociones que experimentaran en su visita. Transmitir la catástrofe y sus consecuencias desde una perspectiva más humana y emocional. Como dice el autor, “dejar de dibujar el mundo a través de un cristal”, para vivirlo, para formar parte de él y acercárselo a los demás sin la frialdad empírica de la ciencia.
La novela es casi un cuaderno de viaje en el que el artista refleja sus debates emocionales entre la vida y la muerte, entre el poder y la decadencia de lo que pudo ser una sociedad en expansión y en cómo la civilización fue destruida y ocupada por una sobrecogedora naturaleza que ahora, brota de vida y de color pese a surgir de una tierra altamente contaminada.
Más allá del relato de médicos, científicos o periodistas; la asociación buscaba crear una residencia de artistas en la zona para que éstos pudieran plasmar con sus creaciones las emociones que experimentaran en su visita. Transmitir la catástrofe y sus consecuencias desde una perspectiva más humana y emocional. Como dice el autor, “dejar de dibujar el mundo a través de un cristal”, para vivirlo, para formar parte de él y acercárselo a los demás sin la frialdad empírica de la ciencia.
La novela es casi un cuaderno de viaje en el que el artista refleja sus debates emocionales entre la vida y la muerte, entre el poder y la decadencia de lo que pudo ser una sociedad en expansión y en cómo la civilización fue destruida y ocupada por una sobrecogedora naturaleza que ahora, brota de vida y de color pese a surgir de una tierra altamente contaminada.
Hay ilustraciones que parecen verdaderamente cuadros paisajísticos llenos de color, pero no son los únicos protagonistas de las páginas de este tebeo. Lepage se detiene en retratar también a las personas que viven allí y a las que conoce durante su estancia. Rostros marcados por historias que describen las cicatrices que hay más allá de la piel de aquellos que se marcharon, pero que después regresaron y también de aquellos que nunca se resignaron a abandonar sus raíces y que intentaron construir un futuro en pueblos fantasma.
Como podéis ver, el cómic es una obra digna de tener en cualquier colección, y no solo para aquellos a los que os interese este tipo de contexto porque, aunque trata parte de lo que aconteció en aquel 26 de abril de 1986 en Chernóbil y en días posteriores, la verdadera columna vertebral de la novela es transmitir las emociones que invaden a su autor y acercar al lector a vivir esa experiencia a través de sus páginas. Ser testigos de un mundo muerto, lleno de vida.