Ponent Mon nos trajo este mes pasado una nueva edición de la mítica saga fantástica de Vicente Segrelles: El Mercenario. En este primer número, El Pueblo del Fuego Sagrado, nuestro protagonista vivirá una aventura rodeada de dragones y ciudades voladoras.
Para los que no conocieran esta saga ni a su autor, Vicente Segrelles es un artista catalán que nació en 1940 y no fue hasta la década de los 80 cuando hizo su primera incursión en este noveno arte, precisamente con la saga que hoy da nombre a nuestra entrada: El Mercenario, primeramente publicada en la revista CIMOC y traducida a 14 idiomas.
Este personaje fue ideado para correr aventuras en un mundo de fantasía, en un valle aislado del Himalaya cubierto permanentemente por un espeso mar de nubes. Bajo esta premisa, Segrelles desarrolló un imaginario cargado de criaturas mitológicas, una tecnología a medio camino entre lo medieval y lo steampunk (me atrevería a decir) y una trama apoyada en unos pinceles al óleo que devorasen la imaginación del lector. El resultado no pudo ser más acertado y acorde a lo que este artista pretendía: Una saga de 13 álbumes (1982-2003) poderosa y eminentemente gráfica, "con poco texto y un final con chispa" (en palabras del autor). El Mercenario es esto, ni más ni menos.
Por ello, no descubrimos nada diciendo que el guión de esta historia (y parece que de la saga completa) no sorprenderá a casi nadie: una aventura bastante plana y exenta de complicaciones y dobles lecturas, que transcurre de forma casi "predestinada" y que termina como más o menos cualquiera podría imaginar; sin embargo, hay un motivo por el cual cómics y sagas como esta han de existir y no perderse jamás: el dibujo al óleo de Segrelles será algo difícilmente repetible. Cualquier viñeta merece el detenimiento del que gozaría una verdadera obra de arte y, por momentos, el batir de alas de los dragones parece escupirte el aire y sus figuras te hará pensar que llevas puestas unas gafas 3d. Nada más lejos de la intención de Segrelles, que define el cómic como una película gráfica al que, muy a su pesar, le falta la música y los efectos especiales.
A partir del décimo volumen y cansado de la lentitud del óleo, Vicente cambiaría su memorable estilo por el color digital, pero para ese debate todavía quedan algunos álbumes...
Creo que hay cosas que, por el irrefrenable avance de las novedades, se nos hacen difícilmente apreciables a según quienes, y creo que esa "esclavitud por lo nuevo" nos impide (a veces) disfrutar del cómo se hacían las cosas antes. A nadie se le ocurre comparar para mal las películas de ciencia ficción o fantasía de los 80 respecto a las actuales y decir: "¡Eso es una basura! ¡Pero si se ve que es un muñeco! Yo me quedo con Transformers 4". Te podrá gustar una cosa más que otra, pero no creo que sea "justo" basar un argumento en los efectos especiales o en la forma de contar una historia por la que han pasado 30 años con otra que acaba de salir. A El Mercenario le pasa igual. Es un cómic que rezuma ese aroma a "historia antigua", a lo que algunos llamarían "de culto", tanto en la forma de desarrollarse como en lo que a planos y diálogos se refiere, pero con un grafismo que, lejos de pasar de moda, hará que recobres ese perdido gusto de "quedar ensimismado" con un cómic.
Sin más que deciros, os insto a que os hagais con esta saga que empieza de nuevo si es que aún no la teneis. La edición de Ponent Mon es magnífica e incluye algunas páginas de bocetos, curiosidades y comentarios del autor que bien merecen su lectura.
Os dejo dos enlaces para los que quieran saber algo más:
El primero, sobre la historia de El Mercenario.
El segundo, sobre la introducción al mundo que imaginó Segrelles hace ya más de 30 años...
¡La lectura enriquece el alma!