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domingo, 21 de junio de 2015

SLEEPER, UNA SAGA DE COMICS DE ED BRUBAKER Y SEAN PHILLIPS QUE REEDITA ECC EDICIONES

¡Saludos, amigos de JpM! Largo tiempo ha desde la última vez que escribí una reseña y, sin embargo, aquí estamos de vuelta. Hace poco cayó en mis manos una de las historias más negras, retorcidas, ambiguas y geniales que he leído en algún tiempo. Muchos de vosotros ya conoceréis al Agente Holden Carver y al elenco de personajes inolvidables que le acompañan. Para los que tengáis la suerte de poder leer este cómic por primera vez, este es solo el comienzo y os recomiendo que os agarréis, porque vienen curvas.




¿Cuál es el secreto que esconde Holden Carver? Una organización secreta de alcance global. Tao, el supervillano más poderoso de la Tierra. Una mujer que solo puede sobrevivir matando. Y Holden Carver, un agente infiltrado cuyo único contacto con el mundo exterior ha quedado en coma… ¿Qué puede hacer un espía cuando ha quedado a su suerte?

En Sleeper encontramos una historia de espías en su máxima expresión donde la ambigüedad, la fantasía y la cruda realidad se unen para crear una obra única, llena de intriga y juegos mentales, donde el dolor y la moralidad (o la ausencia de ellos) cobran protagonismo.



Todo empieza con un agente secreto, Holden Carver, que es realmente bueno en lo que hace y que cree por encima de todas las cosas en sacrificarse por su país y por lo que considera “el bien mayor”. Durante una misión encubierta, en un accidente con un artefacto con el que entra en contacto, adquiere una habilidad muy especial: no siente el dolor que le infligen, pero es capaz de almacenarlo para usarlo contra otras personas. Este poder y las circunstancias que rodean al incidente le convierten en el hombre perfecto para una misión de infiltración en una organización terrorista dirigida por Tao, un personaje misterioso que persigue fines poco claros, pero turbios y que cuenta, además de con un cerebro privilegiado, con capacidades asombrosas para lograrlos. Sin embargo, el destino le tiene preparada a Carver una jugada que pondrá toda su existencia contra las cuerdas y le dejará absolutamente solo, sin saber en quién puede confiar y en qué se ha convertido. Por otra parte, John Lynch, que viene a ser una especie de Nick Fury, una mezcla de hombre y mito, con una inteligencia superior y mala leche aún mayor, su mentor y el único que sabe de su misión como agente doble, queda en coma. De esta forma, Carver se convierte en un “durmiente”, un agente infiltrado que sin una salida a la situación en que se encuentra y sin posibilidad de volver a su vida anterior se adapta y adquiere una nueva misión: la de sobrevivir.

Ed Brubaker sabe lo que se hace, eso está claro. No solo tiene una capacidad excepcional para crear personajes estupendos, ya sean principales o secundarios de lujo, y de presentar el conflicto que surge en Carver al confraternizar (en exceso en algunos casos) con el enemigo, sino que da vueltas al guión como quiere, zarandeando al lector, agarrándolo como un perro de presa sin posibilidad de escapar hasta un final perfecto.



Carver es un antihéroe, tiene grandes ideales pero realiza actos deleznables en su nombre. Hace el trabajo sucio y se odia por ello. Considera que su poder es su maldición. Y, sin embargo, es fácil para el lector empatizar con él y con su lucha interior. Porque no deja de ser un hombre que lo ha perdido todo, hasta a sí mismo, por algo que consideraba correcto y que de un modo que nunca pudo imaginar se ha vuelto contra él.

Uno de los puntos fuertes de este cómic, sin duda, son los personajes. John Lynch tiene un carisma innegable, es el espía definitivo, un manipulador profesional. Tao, por su parte, es un antagonista muy bien construido y que no viene solo. Está rodeado por una galería de villanos a sus órdenes que otorgan a la historia una dimensión magnífica para poner de manifiesto las intrigas, odios, amistades, alianzas y relaciones que van a conducir al protagonista al epicentro de una duda existencial que le hará plantearse con quién se encuentran realmente sus lealtades.



En el aspecto gráfico, Sean Phillips hace un trabajo estupendo tanto con el dibujo como con el entintado. Es el primer contacto que tengo con el tándem Brubaker - Phillips y, aunque ya me habían dicho que formaban un equipo increíble, no ha sido hasta este momento en que me he dado cuenta de lo cierta que resulta esta afirmación. Es muy recurrente a lo largo del cómic por parte de Sean Phillips utilizar diversas viñetas superpuestas que nos muestran una progresión de la historia muy estudiada y perfectamente sincronizada que acentúa los golpes de efecto y giros de guión que tan magistralmente sabe utilizar Brubaker y que favorece que el lector pueda captar el frenetismo de las muchas escenas de acción que se desarrollan ante sus ojos. El color del cómic acompaña a la atmósfera de thriller que impregna toda la obra, en la que predomina un tono oscuro que casa muy bien con el ambiente de tensión que se puede respirar en cada viñeta.

Según alguien que está más versado que yo en materia de cómics y en cuyo criterio es aconsejable confiar “nadie dibuja femme fatales como Sean Phillips, juega con las sombras como un auténtico maestro y es un genio a la hora de caracterizar personajes, imprimiéndoles un carisma especial”. Para más datos la femme fatale a la que se refiere J, villana del círculo próximo a Tao y uno de los mejores personajes del cómic, es la que podemos observar dando una somanta de palos a un tipo en la viñeta inferior con cara de estar disfrutando más que cualquiera de nosotros en una tienda de cómics y con un talón en blanco (bueno, tampoco hay que pasarse). Miss Misery unleashed, aunque ni por asomo en su máximo apogeo y es que lo de esta mujer no tiene nombre. O sí lo tiene pero no es apto para que yo lo mencione en esta reseña.



También es digna de mención la marcada diferencia que se presenta entre las viñetas que narran la historia que se desarrolla ante nosotros y diversos flashbacks que, en muchos casos, aparecen para explicar el origen de algunos de los miembros de la organización con los que Carver se relaciona y cómo se iniciaron en el mal camino que les llevó hasta el lado oscuro, dando más fuerza a la transformación que experimentaron en un momento de sus vidas.

Esta historia se encuadra dentro del universo Wildstorm (no son personajes nacidos de la nada), pero se puede leer como una historia independiente, ya que se centra en el personaje del agente Holden Carver sin que en ningún momento el lector se sienta perdido. Puedo asegurarlo ya que personalmente no conocí este dato hasta después de haber terminado la lectura y no me supuso ninguna traba. En cualquier caso, para el que tenga interés en leer la precuela del cómic que nos ocupa y que se centra en John Lynch y la investigación que gira en torno al intento de asesinato que lo deja en coma, puede intentar conseguir Point Blank. Actualmente es difícil de encontrar y no puedo afirmar si ECC tiene intención de reeditarlo en un futuro, pero siempre se puede buscar en algún mercado secundario o saquear/sobornar/engatusar a algún amigo o conocido que lo tenga en su poder.



En España, Sleeper se publicó por Norma Editorial en cuatro tomos: A su suerte; Todo es mentira; Una línea borrosa y El largo camino a casa, que es la que yo he tenido el placer de leer gracias a la generosidad de J. Esta serie ha sido reeditada, imitando el esquema de la anterior, por ECC, en la línea Vértigo, en tapa rústica y con un precio en su primera entrega de 14.95 euros.

En definitiva, Sleeper es un cómic imprescindible para todo amante del buen género negro y, en particular, de las historias de espionaje. Es una obra compleja y absorbente que nos muestra el particular descenso al infierno del agente Holden Carver, un descenso en el que verá cómo la línea que separa a los buenos de los malos se vuelve tan difusa que le hará plantearse las bases de todo aquello en que creía y que gira en torno a cuestiones definitivas como la lucha por la supervivencia o si el fin justifica los medios en la guerra contra el terror. ¿Debemos convertirnos en monstruos para luchar contra otros monstruos? ¿Hasta dónde estaríamos dispuestos a llegar por nuestros ideales, nuestra supervivencia o la de lo que más nos importa? Para contestar a estas preguntas supongo que cada cual debe mirar en su abismo interior. Y, cuidado al hacerlo, porque a veces el abismo puede devolverte la mirada.


M.