Es el año 355 d.C. La muerte de Constantino I hace poco más de quince años sumió al Imperio Romano en guerras civiles y debilitó sus fronteras. Fruto de ello, los persas de Shapur y los alamanes de Chonodomario han ganado terreno en Oriente y Occidente y han obligado al nuevo César Augusto, Constancio II, a nombrar a un César que defienda el Imperio de Occidente (o que haga de "cabeza de turco" si los alamanes consiguen sus pretensiones): Flavio Claudio Juliano, al que más adelante se le conocerá como "El Apóstata".
Continuamos con la línea histórica de Yermo Ediciones ambientada en el Imperio Romano. Si hace bien poco hemos visto concluir su pentalogía Vae Victis! (reseñados AQUÍ todos sus volúmenes), este mes de julio la editorial ha comenzado otra saga con credenciales de sobra en el país galo: Apóstata, del belga Ken Broeders. Esta saga tiene como protagonista a Flavio Claudio Juliano, sobrino de Constancio II y César del Imperio romano de occidente. Juliano es un hombre culto que jamás ha sido entrenado para el combate ni el arte de la guerra, pero por encima de todo ello le caracteriza un rasgo que lo hace "diferente" y peligroso en los tiempos que corren: Reniega del cristianismo y de la existencia de un único Dios y entre sus planes de futuro se encuentra restaurar la creencia en los "antiguos dioses" y el paganismo. Esto lo convierte en un hereje encubierto, puesto que, si os acordais de aquellas lecciones de Historia, Constanino I (padre de Constancio II) fue el emperador romano que, no solo legalizó el culto cristiano en el Imperio (antes perseguido sin piedad), sino que permitió la destrucción de templos erigidos a los antiguos dioses y la persecución de los no creyentes.
En este volumen, que recopila los dos primeros álbumes belgas, seremos testigos del nombramiento de Juliano como César del Imperio occidental y de su "triple lucha": por un lado, contra los alamanes de Chonodomario, que atacan con fiereza la Galia; por otro, de su "lucha interior" por ocultar sus creencias hasta el momento apropiado y, por último, de la tensión que cada vez se va acrecentando más entre él y su tío...Además, a todo esto Broeders añade un ingrediente fantástico y perturbador que, sin violar el rigor histórico, le da un toque muy atractivo a la saga.
El cómic está muy bien llevado, a mi modo de ver, ya que siendo un pequeño desconocedor de la materia, las introducciones previas de Broeders y un ritmo ya de por sí pausado ayudan a seguir la acción sin problema. Eso sí, deberéis prestar un poco de atención extra a los personajes que se dan cita en estas casi 100 páginas y quedaros con sus nombres para no perder detalle. En este sentido, poder disfrutar de la lectura de seguido de los dos primeros tomos es un gran punto a favor. En otro orden de cosas, las atmósferas y ambientes tanto en ciudad como en campamentos romanos están muy bien definidas y, aunque el carácter de Juliano y su evolución suponen el eje central del tebeo, Broeders no desaprovecha (ni descuida) cualquier momento para perfilar y definir al resto de secundarios del guión así como al propio Imperio Romano, quedando finalmente un cuadro bastante rico en detalles.
Sobre el dibujo, no hay absolutamente nada que objetar: Fondos llenos de colorido y matices, gestos faciales y movimientos armónicos y expresivos y un gustoso juego de luces y sombras que insuflan vida hasta a la escena más breve o que pudiera parecer algo más nimia. No hay muchas splash pages en este volumen, pero las que hay sin duda merecen detenerse y contemplarlas con los ojos de quien "devora" con la mirada. Los pinceles de este cómic son una verdadera maravilla.
Concluyo esta reseña invitándote a que leas este cómic si te va el género histórico y a que no tengas miedo de acercarte a él sin tener mucha idea de esta época. Su amigable guión hará las delicias de legos y duchos en la materia, y el dibujo terminará de enamorarte. Además, para mi este línea es una tremenda oportunidad para volver a conocer la "historia" con otros ojos ya algo más maduros y descubrir que siempre hay vencedores y vencidos, pero nunca "buenos" y "malos".
¡La lectura enriquece el alma!