Norma Editorial continúa con la reedición de la famosa serie Las ciudades oscuras escrita por el novelista francés Benoit Peeters y dibujada por el belga François Schuiten. La fiebre de Urbicande es la segunda parte de la saga y fue galardonada con el premio al mejor álbum en Angoulème. Al ver la fama de la saga y los premios de este álbum en cuestión nos surge una pregunta: ¿estamos ante un cómic que gustará a todo el mundo o más bien es una serie que sólo hará las delicias de la crítica y del postureo comiquero?
Reconozco que desconocía por completo la existencia de esta saga de novelas gráficas tituladas Las ciudades oscuras. Cuando hace unos meses descubrí en mi tienda de cómics el primer título de la colección (Las murallas de Samaris) no pude parar de ojearlo y estuve tentado en varias ocasiones por llevármelo, pero el desconocimiento total de la serie, así como de los autores y el elevado precio hicieron que desistiera. Sin embargo, al ver este segundo tomo y leer un poco sobre el tema ya no he podido resistirme.
Las ciudades oscuras son un conjunto de historietas de temática fantástica que comenzó en la década de los 80 y que sigue publicándose actualmente, habiendo aparecido una docena de álbumes y otros tantos productos relacionados (desde libros ilustrados a falsos documentales). La serie se desarrolla en un continente imaginario y todas las historias (independientes aunque con algunos guiños entre sí) tienen el denominador común de los diseños arquitectónicos para las distintas Ciudades Oscuras, que son reinterpretaciones o versiones oscuras de ciudades reales.
Esta Fiebre de Urbicande está considerada por los entendidos como una de los mejores álbumes de la serie. La historia arranca con el urbatecto Eugen Robick, que pretende la construcción de un tercer puente que dote a la ciudad de una armonía arquitectónica nunca vista. Sin embargo, el Consejo rechaza la idea y éste se siente frustrado. A parte de todo esto, aparece un misterioso cubo que Robick deja en la mesa de su despacho y que sin saber cómo ni por qué comienza a crecer inexorablemente sin que nadie pueda hacer nada. Este fenómeno será conocido como La Red, que transformará por completo la vida de la ciudad y de sus habitantes.
Nos encontramos ante una historia de ciencia ficción, en la que aparece un fenómeno inexplicable que influirá en todo. La trama se desarrolla de manera espléndida, algo que no es fácil de conseguir puesto que este planteamiento tan inverosímil es fácil que hubiera caído en lo ridículo, pero Peeters salva muy bien la situación y construye un relato brillante argumentalmente.
Ahora bien, si el guión es bueno el dibujo no se queda atrás. La construcción de la ciudad y cómo se va integrando La Red en la misma es espectacular. Cualquier arquitecto o estudiante de arquitectura debe flipar con el dibujo de Schuiten, aunque el resto de mortales también lo disfrutaremos, aunque con menos conocimiento de causa.
En definitiva, este segundo número de Las Ciudades Oscuras me ha encantado. Nos encontramos ante una historia que puede parecer simple en su planteamiento pero que (como les pasa a las buenas historias) tiene multitud de interpretaciones y puntos de vista. La edición de Norma está cuidada al milímetro pero será su precio lo que echará para atrás a más de uno. Ya no me queda más remedio que hacerme con el primer cómic y comprobar si está a la altura de este segundo.