Hoy reseñamos el que pudiera ser el mejor cómic hasta la fecha de El Torres y, sin duda, uno de los mejores del año. Junto a los lápices de Jesús Alonso Iglesias y con la inestimable ayuda de Ricardo Esteban, editor de Dibbuks e ideólogo de la trama junto al malagueño, El Fantasma de Gaudí se perfila como un thriller inconmensurable y un verdadero golpe en la mesa para reivindicar no solo la obra del famoso arquitecto, sino la grandísima calidad que destilan las viñetas de nuestro país.
Me extrañaría muchísimo que directores de cine y editores de otros países no se hubiesen interesado ya en este cómic y su argumento y, de hecho, si no fuera así, habría que preguntarse a qué se dedican estas personas. Se7en, El código Da vinci, La isla mínima, El coleccionista de huesos... Son muchas las películas que me han venido a la mente leyendo este tebeo, y es que su calidad no tiene nada que envidiarle a estas ni a ninguna otra obra policíaca o de asesinos en serie.
Nos encontramos en Barcelona, en la actualidad. Antonia, una cajera de un súper, salva in extremis a un anciano de ser atropellado en el mismo lugar donde un tranvía arrollase a Gaudí hace ya 89 años. Sin siquiera poder imaginarlo, Antonia acaba de desencadenar una sádica y horrenda cadena de acontecimientos: En los principales monumentos del arquitecto aparecen cadáveres mutilados con un oscuro nexo de unión y, entre toda esta pesadilla, Antonia sigue obsesionada con que al anciano que salvó la vida era calcado al artista catalán, pero claro, eso es imposible, ¿no?
El malagueño El Torres nos confiesa entre los extras del tomo que tardó casi dos años en escribir esta historia. Evidentemente, no es que estuviera todo ese tiempo delante del ordenador pensando en qué escribir. Todos conocemos más o menos la ajetreada vida de este tipo, que lo mismo se embarca en un proyecto musical junto a Amuza Producciones que decide abrir un sello editorial al otro lado del Charco, así que no es de extrañar que no le sobre mucho el tiempo. Además, esta obra requería un plus: Un asesino obsesionado con la obra de Gaudí requiere una amplísima documentación sobre el artista y, creedme, no es ni mucho menos excasa. Sin embargo, tras ver el resultado final, creo que todos hubiesemos adoptado parte del papel de Ricardo Esteban cuando preguntaba al guionista al estilo Asno: "¿Falta mucho? ¿Falta mucho? ¿Falta mucho?".
Allá por el Salón del Cómic de Granada fue cuando entrevistamos al editor de Dibbuks (uno como la copa de un pino) y, entre los cómics que nos desvelaba para este año, El Fantasma de Gaudí aparecía como un de esos con los que se le iluminaba la mirada. Tras más de diez años como editor jefe supongo que uno sabe reconocer cuando tiene una joya entre las manos, ¡y vaya si no se equivocaba!.
Pero este álbum no sería lo que es sin dos grandes protagonistas más: Por un lado, la brillante edición de Dibbuks, en tapa dura, con un gramaje muy superior al que estamos acostumbrados, en papel mate, con once páginas de extras y a un precio más que adecuado de 22 euros.
Y por otro, uno que tiene nombre propio: Jesús Alonso Iglesias, un dibujante de esos que te deja helado: realista y expresivo, colorido e impactante, dinámico y detallista; pero, sobre todo, espléndido a la hora de retratar la obra de Antonio Gaudí. El estilo de este artista se convierte en el vehículo conductor perfecto para este thriller sin censuras y, cuando se trata de retratar la locura de nuestro asesino en los cuerpos de sus víctimas, su recreación de la escena no tiene quien le haga sombra. Como valor añadido hemos de mencionar la caricaturesca caracterización de personalidades como el propio El Torres, Íker Jiménez o Jorge Javier Vázquez, entre otros, que hacen su aparición en las páginas de este álbum. ¡Os retamos a que veais alguno más y nos lo chiveis en los comentarios!
Si te gustan las lecturas policíacas y de asesinos en serie, ya estás tardando en comprar el que, sin duda, será uno de tus grandes favoritos del género. Si hubiera Goyas para los cómics, este Fantasma de Gaudí sería el triunfador de la gala, así que espero que asociaciones, críticos, festivales y jurados lo anoten en su lista de imprescindibles para sucesivos galardones.
¡La lectura enriquece el alma (y para esta, no hay palabras)!
