¡Ya está aquí el temido Fantomas! Desde que el pasado mes de marzo cayera en mis manos el primer tomo de La Cólera de Fantomas. La guillotina (reseñado AQUÍ) he de decir que ya los supervillanos no son para mí lo mismo. Sí, me he vuelto algo más exigente en lo que a mi lado malvado se refiere. Y hoy, volvemos con la reseña de este segundo tomo: Todo el oro de París.
Dibbuks nos ha hecho esperar algunos meses hasta traernos la continuación de esta historia que será una trilogía y que engancha a la perfección a aquellos amantes de los thrillers policiacos a la par de aquellos otros fans acérrimos del afamado asesino.
En este álbum volvemos al París de 1911. Regresamos a una ciudad atemorizada por la sombra de un hombre sin rostro que planea arrebatarle el poder a todos aquellos que lo tienen y que, para ello, no cesará en su intento de saquear todo aquel lugar en el que se guarde la más mínima cantidad de oro.
El inspector Juve lo tendrá cada vez más difícil para dar caza a su oponente. El criminal parece contar con un as en la manga o, en su caso, deberíamos decir con un as en su rostro. Su habilidad para caracterizarse de otras personas hará que la duda se cierna sobre el inspector, haciendo que su obsesión por terminar con Fantomas se transforme en una misión casi imposible, aún contando con la inestimable ayuda de su colega Fandor.
Nuevamente, y como ya sucediera en el primer tomo, el guión de Bocquet hace que la lectura sea rápida y adictiva, aunque el responsable de otorgar a Fantomas ese halo aterrador es, sin ninguna duda, el trazo de Rocheleau. El uso del color negro y los rasgos sin apenas detalle hacen que el personaje sea más impersonal, más inhumano y, por consiguiente, más espeluznante.
Para los que, como yo, no conociérais la figura de este personaje de novelas policíacas, deciros que esta trilogía es un muy buen modo de iniciaros. Tanto el primer tomo como este segundo son cómics que se leen muy rápido y que enganchan, ya que te dejan con ganas de saber qué ocurrirá en el siguiente álbum. Tanto guión como dibujo hacen un buen tándem para crear en el lector esa sensación terrorífica sobre que algo horrible espera tras la página.
¡Que disfrutéis con la lectura!