Continuamos nuestro análisis de esta saga nipona fantástica de Serge Le Tendre y Olivier Taduc, en la que el primer volumen, El huevo del Dragón Rey (reseñado AQUÍ), nos dejaba con un clan del mono arrasado y con nuestros protagonistas prácticamente sitiados en el Monasterio de las Montañas de Azur...
Tras arrasar al clan del mono y hacer prisionero a su príncipe, Onaky, y a su animal tótem, Suo el rojo ha avanzado hasta la capital del clan del dragón, Ompale, sembrando el caos a su paso. Solo el rescate de Onaky y del talismán de su pueblo puede cambiar las tornas y, para ello, la dama Shatira y el general Dong preparan una misión desde su exilio no exenta de peligros: Una expedición, formada por el líder de la resistencia del clan mono, Indara, el Teniente Rayo y nuestros protagonistas, Taho y Garra Blanca, partirá hacia la ciudadela donde Onaky se encuentra retenido para liberarlo y organizar una contraofensiva.
Le Tendre y Taduc continúan su particular "manga europeo" con esta Rebelión del pueblo del mono, en donde las conspiraciones e influencias de Suo el rojo sobre el resto de clanes se empiezan a materializar. Por su parte, nuestros protagonistas parecen guardar oscuros secretos y, si bien Taho acaba de encontrar al verdugo de sus padres, la extraña guerrera de cabello blanco sigue siendo toda una incógnita y, por ahora, mantiene su papel de secundario en esta trama bélica y fantástica. Sin embargo, que esta saga coja el nombre de este personaje solo me dice una cosa: el destino de la guerra, así como el del imperio de Suhiman, deben estar ligados en cierto modo al de este personaje del que aún apenas sabemos nada, Garra Blanca.
Ambos artistas mantienen el nivel que habían propuesto con el primer álbum, en todos sus sentidos: el ritmo no decae, pero tampoco destaca. Por ahora, nos encontramos ante una saga digna de mención y recomendación si lo tuyo son las aventuras fantásticas orientales, en donde el entretenimiento prevalece por encima del resto. Le Tendre empieza a desarrollar con leves pinceladas el mundo de Suhiman, cargado de leyendas y magia, pero siguen siendo los pinceles de Taduc sobre los que recae casi todo el peso de ambientación. Unos pinceles, dicho sea de paso, que reflejan en cierto modo la esencia de su autor, galo pero de origen vietnamita: Personajes y expresiones cercanas al manga y escenografía y composiciones de página más próximas al lenguaje francobelga.
¡La lectura enriquece el alma!
