Llevamos varios meses en Júralo por mí esperando muy ansiosos el retorno del gángster Tyler Cross a las tiendas de cómics tras su última aventura, Río Bravo (reseñado AQUÍ). El atracador de bancos creado por el guionista Fabien Nury y el dibujante Brüno ha vuelto a las andadas y ha planeado un nuevo golpe, pero algo se ha torcido, se la han jugado y ha acabado en Angola State Farms, una cárcel situada en las entrañas de Luisiana y rodeada por el bayou. ¿Podrá escapar con vida de esta?
Esta segunda entrega de las andanzas del criminal de marcados pómulos, mentón superlativo y mirada afiladísima aparece en el mercado con la nada sencilla tarea de mantener el nivel del primer volumen, un tebeo que remezclaba géneros como el western y el noir con algún que otro toque tarantiniano en un cóctel explosivo con un Fabien Nury en el papel de narrador de toda la peripecia criminal y con el peculiar estilo gráfico de Brüno. A fe mía que la fórmula, bastante clásica en lo narrativo, funcionaba a las mil maravillas.
Tras leer Angola, puedo decir que Tyler Cross corre el peligro de convertirse en uno de mis iconos del álbum europeo. El personaje ha nacido con ese raro y silencioso carisma que tienen pilares cinematográficos como Clint Eastwood interpretando al Hombre sin Nombre de las películas de Sergio Leone –incluso más frío que el alter ego de Eastwood-. En palabras del propio Nury, “no encontramos razones para hablar de su pasado porque, en fin, Tyler Cross no parece querer hablarnos de él”. Ya se sabe que cuando un personaje apunta con un calibre 45 a su autor, es mejor no llevarle la contraria. Por si acaso.
Al igual que Río Bravo, Angola no es una historia que nos vaya a sorprender por su propuesta de relato carcelario. Todavía coletean en la memoria series como esa estupenda y vertiginosa primera temporada de Prison Break o las atemporales La Gran Evasión o Fuga de Alcatraz, esta última del antes mencionado Eastwood, como ejemplos de la temática “fuga de prisiones”. Angola, aun siendo un relato clásico, nos va a sorprender por lo bien narrada que está, que no es poco. Y, de hecho, es algo que caracteriza las andanzas de Tyler Cross.
Tras leer Angola, puedo decir que Tyler Cross corre el peligro de convertirse en uno de mis iconos del álbum europeo. El personaje ha nacido con ese raro y silencioso carisma que tienen pilares cinematográficos como Clint Eastwood interpretando al Hombre sin Nombre de las películas de Sergio Leone –incluso más frío que el alter ego de Eastwood-. En palabras del propio Nury, “no encontramos razones para hablar de su pasado porque, en fin, Tyler Cross no parece querer hablarnos de él”. Ya se sabe que cuando un personaje apunta con un calibre 45 a su autor, es mejor no llevarle la contraria. Por si acaso.
Al igual que Río Bravo, Angola no es una historia que nos vaya a sorprender por su propuesta de relato carcelario. Todavía coletean en la memoria series como esa estupenda y vertiginosa primera temporada de Prison Break o las atemporales La Gran Evasión o Fuga de Alcatraz, esta última del antes mencionado Eastwood, como ejemplos de la temática “fuga de prisiones”. Angola, aun siendo un relato clásico, nos va a sorprender por lo bien narrada que está, que no es poco. Y, de hecho, es algo que caracteriza las andanzas de Tyler Cross.
Con algo menos de ese humor negro que tanto brillaba en el primer álbum y un tono mucho más seco y oscuro, Fabien Nury, al que confieso tengo que leer mucho más habida cuenta de la calidad narrativa que exhibe, sigue la mejor tradición de autores de novela negra como James Ellroy. Frases cortas, a veces telegráficas, directas a la boca del estómago. Así se narra una historia criminal, amijos.
Nury, como narrador omnisciente, va a poner en verdaderos apuros a Tyler, presentando Angola como un negocio muy turbio donde la esperanza de vida de nuestro héroe es muy corta, ya que va a encontrarse con viejos conocidos que tienen puesto precio a su cabeza desde los acontecimientos en el primer álbum. Todo ello llevará a Tyler a buscar la forma de escaparse… Si es que eso es posible en Angola.
El guionista francés raya a gran nivel como narrador de una historia que, en esencia, es un canto al noir, al subgénero hardboiled, con matices profundos de relato carcelario en este segundo álbum. Podrá decirse, no sin razón, que el cómic tiene un argumento poco innovador y que viene a ser una mezcolanza de diversos clichés del género, algo que, personalmente, no encuentro relevante porque considero que no importan tanto los crímenes como los criminales. Las historias, sean del género que sean, están casi todas contadas. Lo que cambia, lo que al final fascina al lector o al espectador, son los personajes. Y Fabien Nury ha logrado concebir a un criminal duro como la pana que encaja perfectamente en el tono de la narración y con el que he empatizado con celeridad. Eso sí, no lo ha hecho solo.
En este sentido, resulta esencial destacar el apartado gráfico de Brüno, artista que dota al tebeo de un aspecto muy caricaturesco –basta con echar un ojo al imborrable rostro del protagonista-. No es un dibujo que vaya a dejar indiferente y podrá alejar a más de uno del cómic. Dicho lo cual, no recomiendo prejuzgar. El contraste con la historia resulta muy acertado y otorga al conjunto originalidad.
La calidad del trabajo de Brüno es, de nuevo, parejo al de su camarada, con una paleta de colores muy marcada por el entorno en el que transcurre la narración. Cálida hasta la aridez cuando los presos salen al exterior, fría y oscura en el interior de Angola y, finalmente, de tonalidad verdosa para reflejar la frondosa, húmeda y opresiva vegetación de los pantanos de Luisiana.
¿He olvidado el rojo para cuando Tyler entra en acción? Sí, también hay rojo carmesí, como no podía ser de otro modo.
Concluyendo, Tyler Cross 2 nos ofrece un nuevo episodio de este criminal que encuentro a un nivel sobresaliente. Menos humor negro, más crudeza en el relato, excelente trabajo de planificación narrativa por parte de los autores y un intenso clímax, como mandan los cánones. Me resulta muy difícil no recomendar su lectura, sobre todo a aquellos que, como servidor, disfruten con los relatos criminales. Si leísteis Río Bravo y os sedujo la propuesta, Angola os espera para seguirle los pasos uno de los mejores tipos duros que ha dado el álbum europeo en los últimos años: TYLER CROSS.
Por cierto, tercera entrega para dentro de dos, tres años. Confirmado por sus autores en una entrevista hace bien poco. Aquí uno que ya está impaciente…
+ LO MEJOR: El cómic en sí es sobresaliente, pero encuentro especialmente intenso el desenlace, algo que también me ocurrió con Río Bravo y su magnífica página final.
+ LO PEOR: Echo el falta alguno de los chispazos de humor negro que tanto disfruté en el primero y que en Angola son testimoniales.
Salud, amijos. ¡Y un buen cómic de gángsters!