Bajo el lema "Lo importante no es el destino, sino el viaje", revisitamos el que sea posiblemente el relato más famoso de Robert Louis Stevenson: La isla del tesoro, pero esta vez nuestros protagonistas son antropomórficos y Long John Silver ha pasado a llamarse Kong John Silver... ¿Adivináis en qué animal puede haberse convertido?
Sébastien Vastra firma a cuatro manos este primer volumen de Jim Hawkins, con el subtítulo de El testamento de Flint, y lo hace con la aventura y el mapa hacia un tesoro de leyenda por bandera.
El joven Jim Hawkins regenta, junto a sus padres, la posada de El Almirante Benbow. Frustrado por verse relegado a leer sobre aventuras de piratas que nunca protagonizará, al pobre Jim solo se le iluminan los ojos cuando los viejos lobos de mar que zozobran en la posada se atiborran a ron y cantan a los cuatro vientos sus hazañas.
Sin embargo, la llegada de una foca a la que llaman Bill Bones traerá tras de sí una aventura que cambiará la vida del joven, aunque claro... ¿no es eso lo que tienen las grandes aventuras?
Lo cierto es que esta adaptación libre de La isla del tesoro de Sébastien Vastra se me ha hecho muy entretenida. Tiene ese cierto tono juvenil y romántico propio de una gran parte de aventuras de esta índole y, aunque solo estamos hablando de un primer álbum muy introductorio y algo escueto en algunos puntos, Vastra denota habilidad y, sobre todo, amor por la novela de Stevenson.
En lo que sí destaca el artista francés es, sin duda, en los lápices. No es nada fácil darle dinamismo a las figuras, pero cuando nos referimos a personajes antropomórficos, creo que la cosa se complica un poco más. Sin embargo, y pese a que es casi imposible no acordarse en estos puntos del inigualable Guarnido, el dibujo de este Jim Hawkins bien le ha valido a Sébastien el premio al mejor dibujo en el Festival de la bd de Chambéry.
¡La aventura acaba de empezar, grumetes!
La lectura enriquece el alma,
