"La vida en sí no vale nada a menos que uno mismo la llene de cosas para que merezca ser vivida". ¿Estáis de acuerdo con esta afirmación?
Creo que es algo bastante racional, pero es una frase que se tornaría especialmente abrumadora en un mundo apocalíptico... ¿no?
¡Reseñamos la tercera parte de Solo. Supervivientes del caos!
Quién me iba a decir a mí, cuando nos enteramos entrevistando a Óscar de que estaba inmerso en la tercera parte de esta saga, que a la hora de reseñarla esta sería la cabecera en vez de algo así tipo "En un mundo postapocalíptico en donde las guerras nucleares han mutado a toda criatura viviente, la única ley que perdura es la del más fuerte. Sangre a raudales, puñaladas por la espalda, cañonazos fraticidas... todo vale con tal de sobrevivir"...
Efectivamente, el Solo del que fuimos testigos en los dos primeros números de Supervivientes del Caos hace mucho que murió. Su lugar ahora lo ocupa un Solo taciturno, desconfiado, celoso y reflexivo; un Solo consciente del sin sentido que es este mundo si no lo "llena de cosas".
Este cambio de perspectiva ha hecho de este número uno mucho más plano, si me permitís la expresión. Pese a que este mundo de Óscar Martín no deja de ser un continuo "depredador contra presa" en donde siempre hay alguien más grande que tú, las idas y venidas de espadazos han dado paso a un desmesurado tono trascendental en donde apenas acontece nada destacable.
Un Solo muy mayor (en espíritu) se debate a lo largo del cómic en un filosófico diálogo interior en el que sopesa todas sus acciones pasadas, y este intento un tanto frustrado de darle una profundidad mayor a la saga y al personaje trae consigo una abrumadora falta de ritmo que hace de la lectura una experiencia hasta pesada en según qué tramos.
No es que esperase una trama imponente, ni siquiera unos personajes más allá del típico tipo duro insensible que al final descubre el valor de la compañía, pero sí daba por hecho que, en cierto modo, este número recogería el testigo allí donde lo dejaron los dos primeros números de este Supervivientes del Caos.
La lectura enriquece el alma,
