¡Por fin cae en nuestras manos el tercer tomo de Solos! Esta aventura que a cada día que pasa se torna más siniestra (como sacada de un Stephen King francés) aún nos reserva muchas y desagradables sorpresas...
Nuestros chicos, perdidos en el mundo de los limbos, aún buscan explicaciones y, sobre todo, una manera de salir de Fortville y alejarse de Saúl y esa extraña torre que parece ser la causante de todo.
Lo que más me tiene impresionado de esta saga es la precisión de "cirujano" con la que la pareja Vehlmann - Gazzotti nos va dando pistas sobre la trama que hay tras este mundo que aparentemente está "patas arriba", al mismo tiempo que nos muestra detalles nuevos salpicados por el álbum que nos hacen fantasear, entre conjeturas, sobre supuestos acontecimientos que aún están por llegar... como si de una única ventana sobre fondo negro se tratara.
Solos me tiene maravillado: lo reconozco, lo admito y no lo oculto. Aún recuerdo cómo, cuando me llevaba el primer tomo en mi librería, junto al segundo de Los niños del otro lado, un chaval me decía "te gustan los cómics para niños, ¿eh?". Estoy seguro que todavía hay un gran número de lectores que no se han acercado a esta saga por su estética "juvenil" y, sin embargo, Vehlmann nos ha demostrado con creces como este Solos poco o nada tiene que ver con esas manidas etiquetas, más allá de la pura estética visual. Dicho esto, desde aquí aprovecho para lanzar un llamamiento al estilo Gandalf a todos esos que se hayan sentido aludidos: "Corred, insensatos".
(Este párrafo es un total y malencarado spoiler si no has leido los dos primeros tomos. Si es así, AQUÍ tienes la reseña de los dos primeros álbumes; no leas lo que viene a continuación, please) Tras los hechos acontecidos al final del segundo tomo, este tercer recopilatorio se esperaba como agua de mayo. No solo resultaba que Saúl seguía con vida, sino que Dodji también había "vuelto" de entre los muertos. Estos hechos, unidos a la aparición en escena de esa misteriosa torre negra recubierta de insectos y a la creciente leyenda de las quince familias hacían de los esquemas que nosotros, los lectores, nos habíamos hecho hasta ese momento, plomizos castillos de arena.
Lo genial de todo esto, de esos giros argumentales y del factor sorpresa con el que juegan ambos artistas, es que está claro como el agua que tanto Vehlmann como Gazzotti saben desde el principio hacia dónde van y cómo han de dirigirnos por su particular "limbo". En este sentido, la ausencia de improvisación y un más que aparente esquema preconcebido no solo nos inspira seguridad conforme avanzamos en las páginas, sino que hasta el más mínimo detalle que en su momento pueda parecer inocuo sabe encontrar su importancia y razón de ser tarde o temprano.
Para mi gusto, dentro de ese género de aventura-supervivencia-terror, es una de las sagas que goza de mejor salud actualmente, materializándose a cada álbum que pasa como uno de los grandes adalides del género "juvenil para adultos".
¡La lectura enriquece el alma!