Cruzando el bosque supone el debut de Emily Carroll en la novela gráfica, aunque ni mucho menos en esto de escribir y atemorizar a los lectores que, ilusos de ellos, han leido alguno de sus relatos o colaboraciones sin caer en la cuenta que, esa noche, ya no había "cama de los papás".
Cruzando el bosque me ha parecido tremendo en los dos sentidos de la palabra: espeluznante e imponente. Espeluznante porque los seis relatos que recopila parecen sacados del imaginario de grandes como Stephen King o Tim Burton; e imponente porque supone un golpe en la mesa a la hora de imprimir a las páginas una fuerza de expresión descomunal (gran culpa de esto lo tiene un apartado gráfico sin parangón).
Como os contábamos, Sapristi Cómics recopila en este cómic un preámbulo ilustrado de la propia autora, cinco relatos más o menos extensos y un último bastante más escueto a modo de cierre, que supone la guinda de un pastel bastante redondo pese a tener algunos finales algo más abiertos de lo deseado. Como suele pasar en todos los recopilatorios de historias cortas, las hay para todos los gustos, pero si algo comparten todas ellas es un tono ciertamente desconcertante, una forma de narrar soberbia y unas viñetas que se salen de las páginas.
El dibujo serpenteante de Carroll es, sin género de dudas, la gran baza de Cruzando el bosque. Unas composiciones de página psicodélicas inmiscuyen de lleno al lector en una espiral de pesadilla, en la que cada relato tiene algo nuevo que contarnos, algo nuevo con lo que inquietarnos. Sin embargo, para mí hay cuatro que sobresalen por encima del resto: Mi amiga Janna, El nido, En resumen y La casa del vecino y, de todos ellos, los dos últimos que he mencionado, pese a su sencillez en el fondo, consiguen helar la sangre y hacerte sentir con un tesoro entre las manos.
Emily Carroll se erige como una narradora de terror brillante, con frases cortas, concisas y siniestras, pero donde verdaderamente supone una revelación (recordad que este es su primer cómic) es en la narrativa visual que desprenden sus viñetas, dotadas de una expresividad y un color para el que, una vez más, una imagen vale más que mil palabras.
Amantes del miedo, del horror, de los relatos siniestros, del terror psicológico... atraveos a cruzar el bosque...
"Ah, pero has de cruzar estos bosques cada dos por tres... y para evitar al lobo deberás tener suerte cada vez... Pero al lobo... al lobo le basta con tener suerte una vez".
La lectura enriquece el alma,
El dibujo serpenteante de Carroll es, sin género de dudas, la gran baza de Cruzando el bosque. Unas composiciones de página psicodélicas inmiscuyen de lleno al lector en una espiral de pesadilla, en la que cada relato tiene algo nuevo que contarnos, algo nuevo con lo que inquietarnos. Sin embargo, para mí hay cuatro que sobresalen por encima del resto: Mi amiga Janna, El nido, En resumen y La casa del vecino y, de todos ellos, los dos últimos que he mencionado, pese a su sencillez en el fondo, consiguen helar la sangre y hacerte sentir con un tesoro entre las manos.
Emily Carroll se erige como una narradora de terror brillante, con frases cortas, concisas y siniestras, pero donde verdaderamente supone una revelación (recordad que este es su primer cómic) es en la narrativa visual que desprenden sus viñetas, dotadas de una expresividad y un color para el que, una vez más, una imagen vale más que mil palabras.
Amantes del miedo, del horror, de los relatos siniestros, del terror psicológico... atraveos a cruzar el bosque...
"Ah, pero has de cruzar estos bosques cada dos por tres... y para evitar al lobo deberás tener suerte cada vez... Pero al lobo... al lobo le basta con tener suerte una vez".
La lectura enriquece el alma,
