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martes, 9 de febrero de 2016

AQUABLUE. EL PLANETA AZUL, UN COMIC DE CAILLETEAU, VATINE Y TOTA QUE NOS TRAE YERMO

ENTRE EL AÑO 1996 Y 1997 PLANETA DEAGOSTINI NOS TRAÍA LOS TRES PRIMEROS ÁLBUMES DE ESTA SAGA Y, DESPUÉS, UNA MULTITUD DE GRILLOS PROFETIZABAN LO PEOR: AQUABLUE HABÍA PASADO A ENGROSAR LA OSCURA LISTA DE "SAGAS ABANDONADAS".

SIN EMBARGO, EN FRANCIA SIGUIÓ SU CURSO, RECABANDO GRANDES CRÍTICAS Y CONVIRTIÉNDOSE EN UNO DE LOS ESTANDARTES DE LA CIENCIA FICCIÓN FRANCOBELGA.

TAL VEZ POR ELLO, LAS PASADAS NAVIDADES YERMO EDICIONES NOS SORPRENDIÓ CON LA BUENA NUEVA: ¡VOLVÍA AQUABLUE! POR FIN, AQUELLOS QUE SE QUEDARON SIN SABER CÓMO CONTINUABA LA HISTORIA Y TODOS ESOS QUE NO HABÍAMOS PODIDO DISFRUTARLA EN SU DÍA, PODEMOS DECIR QUE AQUABLUE HA VUELTO... PARA QUEDARSE.




Esta historia ocurre más a menudo de lo que seguramente ninguno quisiera y, por desgracia, no siempre acaba teniendo este "final feliz", este casi milagro. Mayam, Silhoka, Hauteville House y, hasta hace bien poco, Luuna, Los mundos de Aldebarán u Okko eran tan solo algunos ejemplos de sagas que habían quedado abandonadas en nuestro país.

Sin embargo, una vez más el tiempo nos demuestra que "más vale tarde que nunca", y es gracias a editoriales como Yermo o Ecc que muchos aficionados están pudiendo ver, poco a poco, como los huecos de sus estanterías se llenan, esos huecos a los que ya habían renunciado.

Aquablue es solo el último ejemplo de ello, y nada más que por eso merece la pena acercarse a esta obra. En la inmensa mayoría de las ocasiones, todos los álbumes tienen una historia detrás, un "pasado" que nos hace, como en este caso, mirar al tebeo con otros ojos.



Los creadores de Aquablue, Thierry Cailleteau y Olivier Vatine, comenzaron esta aventura allá por abril de 1988, solo unos meses después de que naciera un servidor. Por aquel entonces, la ciencia ficción no era lo que es hoy, aunque la verdad es que pocas cosas eran como hoy. Lo que sí es cierto es que la introducción de temas "calientes" en este tipo de tramas no era algo que estuviera a la orden del día, y en ese sentido Aquablue fue uno de los precursores de lo que vendría después.

Un futuro lejano y deshumanizado, en donde el control de "casi" todo lo ejercen las grandes multinacionales y grupos de inversión con mano de hierro. Aún persisten algunas Organizaciones que velan por los derechos humanos, la preservación del medio ambiente y esas cosas de "hippies", pero la inmensa mayoría vive rendida a una política de explotación de recursos, expansionismo desmedido y necesidades autoimpuestas.

Bajo este pretexto, no es de extrañar que la Tierra se les haya quedado pequeña a estas superpotencias y que estas deban salir al espacio para satisfacer sus "delirios de grandeza". Es así como la acción nos sitúa en Aquablue, un planeta-océano de una vegetación exuberante. En él habita una raza de seres civilizados que vive en consonancia con la naturaleza, pescan como principal medio de sustento y rezan a los dioses para que les protejan y velen por su hábitat.



En este primer ciclo que ha decidido traernos Yermo recopilado en un solo integral (cinco álbumes), seremos testigos de la llegada de los terrícolas a Aquablue, con la intención de convertir este bello planeta en poco más que una central de energía gigante. La salvaje colonización del hombre y su evidente desprecio por el medio ambiente son dos de las claves más importantes en esta saga, en la que los autores centran sus esfuerzos en mostrar hasta qué punto está dispuesto a llegar el hombre cuando se trata de dinero.

Hablaba antes que Aquablue fue, sin duda, un precursor de lo que vendría después, y es que es inevitable que no te venga a la cabeza el film de James Cameron, Avatar, cuando llevas escasas 30 páginas de este tomo. Seres azules y místicos, vida en consonancia con la naturaleza, romance entre humano y extraterrestre, corporación terrícola dispuesta a todo con tal de explotar los recursos del planeta... Hoy en día que están tan de moda esas películas que se "inspiran" en otras obras para su desarrollo (tenemos muy reciente el asunto El Torres - El velo), no debería sorprendernos más allá de la anécdota, pero... ¡Avatar es de 2009! No deja de ser un dato, nada más que eso, pero es curioso descubrir una obra que empezó hace 28 años y que, quién sabe, podría haber servido de inspiración al bueno de James en su quebranta-récords film.

Volviendo un poco al meollo del asunto, deciros también que Aquablue la componen hoy por hoy quince álbumes en Francia; de hecho, se trata de una serie que sigue en curso: El quincuagésimo número salió en noviembre de 2015. Estamos ante una saga para la que hay que ser consciente de que no estamos leyendo un álbum europeo actual, tanto en dibujo como en la narración. ¿Eso quiere decir que se ve antiguo? Por supuesto, pero apaga y vámonos si por ello dijésemos que no merece la pena. Lejos de lo que otros pudieran pensar, no se trata de un cómic deudor de su tiempo, tal y como vosotros mismos habréis podido deducir ya a estas alturas, y ese punto "transgresor" es el que ha hecho de Aquablue todo un imprescindible y, en parte (supongo), uno de los motivos principales por el que Yermo se ha decidido a rescatarlo, amén de la envidiable fama que tiene en el país vecino.



Pese a que de Thierry Cailleteau no he podido leer mucho más allá de Wayne Shelton, os diré que se trata de un guionista con una gran trayectoria en Francia y que, si bien el desarrollo de este álbum no destaca sobremanera, sí que teje una aventura con cierta intriga y un gran aliciente, desarrollando a los personajes de un modo bastante eficiente. En determinados momentos podemos echar de menos un mayor detenimiento a la hora de definir algunos escenarios, y también es cierto que podríamos acusarle de ser excesivamente directo en algunos cambios de secuencias, pero en general estamos ante un guión que cumple plenamente con su función sin perder fuelle. El resto, son cosas más bien achacables al modo de contar la historia y, una vez más, a esos años que la hacen tan atractiva.

Sin embargo, donde sí podemos ver una mayor evolución es en el dibujo de Olivier Vatine, autor del que tampoco había podido disfrutar hasta hace bien poco. El trazo de Vatine sorprende en soltura y dinamismo casi desde el primer álbum, pero donde sí se aprecia una necesaria evolución es en el detallismo de las viñetas y, sobre todo, en los personajes, en donde el artista va perfilando y mejorando un trazo al principio algo tosco conforme avanzan las páginas. También he de decir que la evolución de Vatine y sus lápices ha sido espectacular de aquellos años a esta parte, ya que también hemos podido disfrutar de su Niourk hace bien poco (lo reseñaremos aquí en breve) y nos ha dejado boquiabiertos.

En el último álbum que recopila este integral Vatine cede su sitio al italiano Ciro Tota, el cual mantiene la estética de la saga de un modo casi imperceptible.



Con esto termina mi reseña del primer ciclo de Aquablue, amigos. Siento haberme extendido tanto, pero espero que hayáis entendido el motivo. No me queda más que deciros: si os va la ciencia ficción, la aventura, el regusto clásico y las sagas bien llevadas, ¡no desaprovechéis esta segunda oportunidad de haceros con esta saga! ¡Aquablue vive su segunda juventud!

La lectura enriquece el alma,

Dani S.