NOS ACERCAMOS, ATRAÍDOS POR SU CURIOSA PORTADA, A ESTE CÓMIC QUE LOS ENTENDIDOS LLAMAN "CONCERTINA DE 7 CUERPOS". CAPERUCITA ROJA, SE LLAMA, Y PROMETE VOLVER A CONTARNOS ESE CUENTO QUE TODOS NOS SABEMOS DEL DERECHO Y DEL REVÉS...
¿REINVENTANDO LOS CLÁSICOS... OTRA VEZ?
Comprendo a toda esa gente que se queja de las cada vez más numerosas reinterpretaciones de clásicos y de otras muchas obras que a alguien se le ocurre vender con las famosas coletillas "inspirada en..." o "basada en...".
Sí, es cierto. La gran parte no son más que intentos fallidos de querer aportar su granito de arena a una fórmula exitosa, obviando que, muchas veces, esos grandes clásicos se elaboran con la misma precisión que la de una buena receta de repostería, y no, esto no funciona así. La regla de "si mezclo una idea buena con otra que ya lo fue en su momento, el resultado será infinitamente mejor" no tiene ningún sentido en la mayoría de las artes. Sin embargo, de vez en cuando, y solo de vez en cuando, una de esas readaptaciones consigue lo indecible: No se trata de superar al original, sino de, valga la obviedad, "reinventarlo", presentarlo de un modo que no conocías y desde una perspectiva que ni siquiera te habías planteado.
Foto obra de Librería Nemo |
Esto es lo que consiguen Sergio García y Lola Moral con su concertina de Caperucita Roja, toda una obra de ingeniería, diseño e ilustración que hará disfrutar a los más peques de la casa con su simpático lenguaje y entrañables dibujos, que parecen revolotear por unas grandes hojas sinuosas. ¡Pero, ojo! También entretendrá a adultos, dejándonos sobrevolar por la idílica vida de la Abuelita (Quién llegara a mayor para ser esa abuelita...).
Sergio García y Lola Moral dividen el cuento en dos partes: una primera, en la que Caperucita nos habla sobre su vida en el campo, desarrollando a cada personaje, hablándonos de la famosa receta de la tarda de la abuela y de los hábitos y obligaciones de, cómo no, el lobo veroz. La segunda parte se dedica plenamente al cuento que ya conocemos todos, aunque tratándolo con una dulzura y sentimiento nada trivial.
Un tanto que hemos de anotarle a los artistas, a Dibbuks y, sobre todo, al alma de toda esa maquinaria: Ricardo Esteban Plaza, editor y amante de su trabajo, responsable de que, de vez en cuando, podamos disfrutar de obras tan infantiles como adultas.
La lectura enriquece el alma,