Creo que esta reseña va a ser bastante diferente a la mayoría que se encuentren por la Red, ya que vamos a partir de una base bastante diferente...
Hoy hablamos del regreso de Corto Maltés... Un regreso "bajo el sol de medianoche".
No era mi intención intrigar a nadie con la cabecera, pero anunciaba lo de "bastante diferente" porque, por mi edad y mi "tardía" atracción por el noveno arte, nunca antes había leído nada de Corto Maltés y de Hugo Pratt. Así las cosas, no parto de ninguna comparación inevitable entre artistas y mi análisis de este cómic es simple y llanamente eso, una reseña sobre "este cómic".
A Juan Díaz Canales (Blacksad, Fraternity) y a Rubén Pellejero (Dieter Lumpen, reseñado AQUÍ, Cromáticas) sí que los conocemos de sobra ya por estos lares y, a mí particularmente, me parecen dos grandes artistas, así que no veo por qué no sería una buena idea haber escogido a esta pareja para retomar las aventuras del natural de Malta.
Leyendo un poco acerca del personaje, estoy en total consonancia con Díaz Canales cuando habla que uno acaba por preguntarse si Corto fue ficción o realidad. Un personaje del que existe una obra extensísima, varias adaptaciones y una biografía casi completa de toda su trayectoria, marcada siempre por la aventura en mayúsculas: Italia, Irlanda, el Amazonas, Turquía, el Pacífico, Siberia, Alaska... Sin duda, uno de los iconos del género.
Dado que sabéis mi preferencia por el color, ha sido esta la edición con la que me hecho, dado que Norma Editorial también ha publicado el álbum en blanco y negro y con un tamaño sensiblemente superior.
Díaz Canales nos ofrece una historia que traslada a Corto Maltés hasta Canadá, en 1915. Su amigo, el escritor Jack London, le encarga entregar un mensaje a un viejo amor y, a cambio, le promete una aventura inolvidable y un tesoro de envergadura. A lo largo de las 82 páginas del cómic, nos convertiremos en testigos mudos de las palabras de London y viviremos una aventura frenética que, si bien tarda algo más de lo deseado en comenzar, cuando lo hace no para hasta cerrar el tomo: traiciones, revoluciones, tiroteos, secuestros y la siempre latente sombra de la I Guerra Mundial (1914-1918), incluso al otro lado del Pacífico.
Por su parte, Rubén Pellejero mantiene el nivel al que ya nos tenía acostumbrados en Dieter Lumpen (no en vano, su personaje bebió bastante del héroe de Hugo Pratt). Los juegos de luces, los fondos detallados, el dinamismo de los personajes y una paleta de colores muy vivos son la guinda de este pastel que sabe a libertad... la libertad que da viajar por el mundo.
Creo que es algo tan obvio que no debería decirlo, pero si os gusta la aventura, este álbum debe tener un sitio en vuestra estantería. En palabras de los autores, no será la última aventura de Corto, y esperemos que así sea. El primer acercamiento a esta leyenda creo que ha sido más que satisfactorio; no es una obra maestra, pero si un cómic que recoge todos los valores que, creo, representa el personaje.
¡La lectura enriquece el alma!
