Tras el bestial cliffhanger que cerraba el primer tomo (reseñado AQUÍ), esta obra de Daryl Gregory y Carlos Magno prometía ser el comienzo de una saga a tener en cuenta en el panorama actual de la editorial valenciana.
¿Mantienen los autores el magnífico estado de forma con el que empezaron a narrarnos ese "1300 años antes" de El planeta de los simios de Charlton Heston?
La tensión en este segundo tomo, que recopila los números 5-8 de la saga, ha desembocado en una guerra de guerrillas que ha de preceder a la batalla campal. El general simio Nix, a las órdenes de la vocal Alaya, no tiene reparos a la hora de devolver a los humanos a los campos de explotación, mientras que Sully y Bako están dispuestos a morir matando en pos de la libertad, esa libertad que El Legislador tanto defendió...
Daryl Gregory continúa desarrollando esta historia apocalíptica, deteniéndose algo más en el tablero de ajedrez del que hablábamos en la reseña del primer cómic y poniendo de relieve la aparente imposibilidad de convivencia de dos razas en la cúspide de la pirámide. Así las cosas, El planeta de los simios da vida a la famosa frase "el mundo es demasiado pequeño para los dos", aunque el guionista se preocupa (y mucho) de mostrar la doble cara de esa moneda en ambos bandos, dejando entreabierta la puerta a aquello de que las guerras las estallan los líderes y de que la historia siempre la escriben los vencedores.
Junto a él, Carlos Magno sigue dibujando con la misma soltura que nos mostró en los primeros números, aunque eso sí, creo que el ritmo más pausado de este segundo álbum ha jugado ligeramente en detrimento de su lucimiento personal.
En conclusión, El peón del diablo no llega a las cotas de calidad que alcanzó La larga guerra, en la que el tempo parecía medido al milímetro, pero sí mantiene el aliciente por una historia que aún parece tener mucho que darnos. Dicho esto, también es de recibo decir que era difícil igualar el primer número, ya que me resulta mucho más atractivo indagar en los motivos de una guerra que en el conflicto en sí, lo que siempre parece algo más repetitivo.
La lectura enriquece el alma,