Vuelve Doggy Bags (reseña del primer número AQUÍ), ese sentido homenaje a las historias para adultos de los años 50 en donde la violencia, el sexo y la sangre campaban a sus anchas.
Estas nuevas tres historietas cortas que podríamos calificar como de "serie b" nos hablan de extraterrestres ninfómanas, xenofobia y criaturas de leyenda y hechos verídicos, todo ello aderezado con altas dosis de tripas desparramadas y martillazos en la cabeza.
¿Hay que estar enfermo para escribir algo así? Seguro que mucha gente se pregunta esto cuando ve cosas así en su librería favorita. Sin embargo, Doggy Bags creo que viene a llenar un hueco medio vacío, y es que hoy día no abundan este tipo de historias, donde uno solo espera que le entretengan a base de violencia, violencia y mas violencia (aunque siempre con un mínimo de coherencia y buen gusto).
Más que estar destinado para un tipo de lector concreto (y muy sangriento), creo que Doggy Bags es idóneo para todos aquellos que, de vez en cuando, agradecemos una historia ligera y sin concesiones para desahogarnos, porque sí, amigos, algunas veces no es necesario poner la cara del jefe o jefa en un saco de boxeo y darle de lo lindo.
En este sentido, Doggy Bags cumple su función con creces. Aquí no verás al protagonista reflexionar en un eterno debate filosófico en off sobre si tiene que soltar un palazo en alguna cabeza o si eso supondría ser tan malo como el criminal. Este cómic hace suya la frase de "una galleta a tiempo ahorra muchos problemas", y nos golpea en la retina con unas viñetas en papel mate que, como ya dije en su día, le van que ni pintadas.
De los artistas que vimos en el primer recopilatorio repiten aquí Run y Singelin, con la historia intermedia del tomo: The border, sobre la emigración clandestina de mejicanos a EEUU y una forma de detenerla muy rollo "tiro al plato". Junto a ellos, Ozanam y Kieran abren la lata con Elwood and the 40 freak bitches y Mathieu Bablet y un repetidor Run cierran con Vuelo Express 666, el cual por momentos es ciertamente confuso visualmente.
En general, este número de Doggy Bags mantiene el tipo, estando sus tres historias más equilibradas entre sí, a diferencia de lo que ocurría en el primer número, en el que la historia de Maudoux se llevaba al resto de calle. Eso sí, es una saga de una sola lectura.
Un apartado gráfico acorde con la bestialidad de sus guiones y un rato de desconexión asegurado. Ni es más que eso, ni pretende serlo. ¿Partimos cráneos?
La lectura enriquece el alma,