Hay formatos que son puro cómic y no pueden ser otra cosa.
El humor gráfico y la tira cómica que nace, se reproduce y tiene su hábitat natural en el periódico. De hecho, a partir de la tira de prensa surgen los primeros álbumes de aventuras que no son otra cosa que recopilaciones de tiras y páginas dominicales de periódico, con personajes tan icónicos como el Príncipe Valiente, Dick Tracy o Tarzán.
Y en el ámbito concreto de la tira cómica, se me ocurren antecedentes tan relevantes que son pura vanguardia, como Krazy Kat, Little Nemo o Popeye. Ejemplos de tiras más contemporáneas son Peanuts, Calvin y Hobbes, o la propia Mafalda de Quino, otro argentino universal que hace poco colgó los lápices.
Sirva esta introducción para poner en aviso de la importancia y magnitud de la TIRA DE PRENSA para todos los que amamos el cómic como arte y medio de comunicar.
Y qué decir del Macanudo de Liniers, pues que bebe de todas las tiras cómicas que podamos imaginar y las hace suyas para conformar un universo rico e insondable que no parece tener barreras.
Sus tiras son aptas para todos los públicos e incluso cuando no tiene el día tan inspirado, aportan esa magia que te deja una sonrisa boba en la cara o pensando mientras miras por la ventana.
El Macanudazo integra los 10 primeros álbumes recopilatorios de tiras que se han publicado en España y nos permite disfrutar de la evolución de su propio dibujo y del desarrollo e incorporación de incontables personajes, algunos de éxito efímero y otros que se convierten en habituales de las tiras y se consolidan.
Destacan como centrales los personajes de la niña Enriqueta, su gato Fellini y el osito Madariaga, que sirven al autor para retratar una infancia de libros imprescindibles, sin agobios, con la naturaleza siempre presente. Otro personaje que destaca sobremanera vinculado a la infancia y que es puro cine mudo es Olga, el monstruo y amigo imaginario de un niño que tan solo sabe pronunciar su propio nombre, en todo tipo de situaciones. La infancia descrita por Liniers es un refugio en el que los lectores quisiéramos quedarnos a vivir para siempre.
Cuando retrata adultos, se trata en muchas ocasiones de personajes solitarios, desubicados, que parecen haber perdido la frescura de esa infancia idealizada o de parejas con problemas de comunicación, aunque hay muchas tiras de tono más esperanzador. Destacan la pareja de Ernesto y Teresita o el poético Robot sensible que es más humano que ningún otro personaje.
Otro tema preponderante de forma directa o sugerida es la naturaleza y su insondable belleza. Aquí situamos a los Pingüinos más ocurrentes del cómic y sus andazas en un paisaje entre bloques de hielo y nieve permanente, a los curiosos duendes de gorros infinitos que aparecen por cualquier parte o al hombre misterioso de aspecto gótico cuya capa sopla el viento mientras cruza un bosque en plena borrasca.
Destacan en los últimos tomos la introducción de personajes y situaciones absurdas y surrealistas, en tiras tituladas Conceptual Incomprensible, o las que protagoniza un personaje indescriptible que se llama Panchueco y que es una especie de todopoderoso.
El propio artista se dibuja en las aventuras de Liniers con orejas de conejo y gafas, muy al estilo de Lewis Trondehéim y sus aventuras, pero menos paranoico.
Respecto al dibujo, Liniers es un maestro que juega a su antojo con la distancia, el marco de la viñeta, los planos, el movimiento o cualquier otro recurso posible. Su estilo es de tono humorístico, cercano a la ilustración pero tremendamente vivo y perfecto para el tono de la tira.
La edición de este tomazo es en tapa blanda, pero con un buen papel y respetando el tamaño original de la tira.
Se ha notado que me gusta mucho esta tira cómica, así es. La recomiendo a todo el mundo, a niños, mayores, mujeres, señores, caballeros andantes o gatos en peligro, porque todos obtendrán algo provechoso.
