Si me lo permitís, voy a comenzar haciendo un poco de meta blog. Tenía unos 8 años cuando vi la película Defcon 4, una más de las muchas que los años 80 brindaron al género postapocalíptico, pero que en mi caso supuso un descubrimiento y a la vez una adicción que se vio reforzada cuando unos pocos años después descubrí la revista El Víbora y que por aquel entonces contenía, entre otras, las aventuras de Tank Girl.
Una chica fuerte, descarada, que se acuesta con un canguro mutante y que conduce y vive en un tanque mientras recorre una Australia postapocalíptica viviendo aventuras a cada cual más desquiciada.
Solo con ese párrafo ya podría dejar de escribir, porque, lo admito, Tank Girl no es para todo el mundo y si esa definición no te entra por el ojo pues claramente no es tu tipo de obra.
¿Sigues leyendo? bueno, entonces vamos a profundizar un poco más. La estética de la obra está claramente influenciada por el Movimiento Punk que a mediados del los 80 se había consolidado y que en los 90, cuando Tank Girl llegó a España, sufría un gran éxito comercial. Dicha influencia no se limita solo a la historia, sino también a los métodos narrativos y gráficos. Desde el collage a las técnicas más tradicionales se conjugan con una continua rotura de la cuarta pared y una cambiante arquitectura de viñetas, lo que le da a al cómic una sello muy personal que se ve sólidamente cimentado por la impresionante capacidad artística de Jamie Hewlett.
Y es que es precisamente el arte de Hewlett es lo que le da ese aire pop que tan bien se combina con el punk. Cada viñeta está llena de referencias culturales contemporáneas, grupos musicales, marcas, películas… cosa que por un lado le hace tener una interesante relectura pero que, quizás, hace que esta obra no haya envejecido del todo bien a pesar de que las locas historias que nos cuenta Alan Martin son totalmente atemporales.
En cuanto a la edición por parte de Norma, voy a empezar por un pequeño tirón de orejas ya que hay un fallo en el índice que no han solucionado en la segunda edición; que sí, que vale, que es una tontería pero, oye, no cuesta nada corregirlo en la reimpresión. Salvando esto, el trabajo de Norma es impecable: 352 páginas en cartoné y con sobrecubierta, quizás, y es un tema personal, el papel es demasiado satinado. En obras de este tipo se agradece un papel más clásico, pero es muy buen papel y ofrece una gran definición. El tomo incluye exclusivamente la etapa clásica dibujada por Jamie Hewlett, para mí la mejor, así como entrevistas, bocetos y gran cantidad de material extra realmente interesante.
Si te gustan los personajes femeninos fuertes, el género postapocalíptico y las obras entretenidamente locas, has de comprar este tomo, eso sí, te recomiendo una relectura calmada para absorber y, por qué no, investigar todas las referencias visuales que salpican cada página.
Espero que disfrutéis de una buena lectura, nos leemos... o no...
