La Favorita supone la carta de presentación en nuestro país de Matthias Lehman, autor con orígenes franco-brasileños nacido en París y conocido por ser un especialista en la técnica del linograbado (técnica mediante la cual crea volumen en las viñetas a través de una infinidad de rayas que generan este detalle mediante la superposición de las mismas).
Una vez le hemos hincado el diente a esta obra primeriza y de toma de contacto con un autor nuevo, pasamos a relatar si vamos a seguirlo de cerca de ahora en adelante o si por el contrario vamos a huir despavoridos cada vez que veamos su nombre en una portada.
Antes de nada decir algo que siempre he pensado pero nunca he dicho en voz alta: La Cúpula es mi editorial favorita (aprovecho este título para hacer esta afirmación). Gracias a esta editorial hemos conocido autores que sería impensable ver publicados en otras editoriales (sobre todo hace unos años, ya que ahora se ha abierto el mercado y sí existen otras editoriales que también traen este tipo de material). Además, las ediciones me parecen de mucha calidad y el papel usado en ellas una maravilla, por lo que no me queda otra que alabar a esta editorial antes de nada.
En cuanto al cómic que nos trae hoy por aquí, decir que a simple vista y si ojeamos un poco sus páginas, parece una historia gótica y bastante cruda sobre una niña llamada Constance, que el autor utiliza para hacer una reflexión sobre la confusión de la identidad sexual cuando aún eres sólo un niño. Pero la verdad es que no estamos ante otra típica historia en la que bajo la fachada de cuento infantil se nos intenta contar algo más trascendente, porque los tonos claroscuros así como el dibujo gótico y aparentemente serio es sólo eso: fachada.
Una vez nos adentramos en sus páginas descubrimos que estábamos equivocados con respecto al tono de este cómic, ya que el aire ligero y divertido en muchas ocasiones de la historia contrasta con el trazo y el dibujo usado. Por así decirlo, La Favorita vendría a ser la otra cara de la moneda de Pequeña oscuridad (que reseñamos por AQUÍ hace un tiempo). Si en aquél los autores aprovechaban un dibujo infantil y agradable para contarnos una historia macabra y llena de violencia, en este un dibujo aparentemente serio y más acorde al género del terror se usa para relatarnos una historia ligera, aunque no por ello ajena a la reflexión. De hecho, esta disparidad tiene que ver también con el fondo del cómic, haciéndonos entender que nada es lo que parece.
No quiero decir mucho sobre el argumento porque este tipo de cómic agradece mucho que conozcamos cuanto menos mejor. Por eso sólo puedo recomendarlo para que disfrutéis de la experiencia por vosotros mismos. Lehman se divierte y nos divierte mezclando géneros y jugando con una técnica de dibujo que domina a la perfección, de ahí el reconocimiento del festival de Angoulême.
