Una de las leyendas vivientes del cómic, Mike Mignola, junto a John Arcudi, nos devuelven a la II Guerra Mundial para contarnos la historia de la armadura de energía vril y su misterioso tripulante, Sledgehammer.
Un tono definitivamente pulp, a medio camino entre la ciencia ficción y el misticismo, como toda buena obra tocada por el genio de California, es lo que os espera a todos los curiosos y fervientes admiradores de Hellboy que se acerquen a este primer número, que viene a llenar un etapa convulsa y fragmentada de este particular universo.
Aunque la armadura de energía vril ya se dio a conocer en la saga Bogavante Johnson, no os preocupéis si no seguís dicha serie, ya que no es estrictamente necesario para comprender lo que en Sledgehammer 44 sucede (de hecho, un servidor no la sigue a día de hoy). Eso sí, conocer gran parte del universo de Hellboy os brindará la posibilidad de reconocer rostros "familiares".
Dicho esto, este primer número sigue ampliando el bastísimo universo de nuestro demonio favorito, lo cual siempre está bien, pero no lo hace con la soltura de otros de sus primos hermanos; de hecho, al ser un primer número, lo esperado e ideal hubiera sido una "puesta en antecedentes", de cara a poder empatizar con nuestro blindado protagonista, pero lo cierto es que, como dice el refrán, "del dicho al hecho, hay un trecho".
En este cómic somos testigos de una aparición estelar de nuestro personaje en el primer capítulo, Sledgehammer, y de un enfrentamiento digno de Goku contra Broly en el segundo y último capítulo, Guerra relámpago (más extenso que el primero); sin embargo, esta segunda aventura, en donde hace su aparición la temible Llama Negra, queda bastante falta de explicaciones y de un trasfondo que permita dar sentido a las motivaciones de los personajes.
Sobre el apartado gráfico, Jason Latour (dibujante en Sledgehammer) y Laurence Campbell (ilustrador de Guerra relámpago) adoptan el sello Mignola de un modo más o menos apropiado, siendo el color del increíble Dave Stewart el que consigue relanzar el álbum. Pese a que los estilos de ambos dibujantes no desentonan con el relato, son bastante diferentes, siendo el de Latour más cartoon y el de Campbell algo más aproximado a la línea general que pesa sobre el universo de Hellboy.
En conclusión, un cómic este Sledgehammer 44. Volumen uno que se deja leer y disfrutar, aunque ciertamente le falta mucha profundidad, lo cual espero mejore con los siguientes números.
La lectura enriquece el alma,
