Pocos, de nuestros lectores, serán los que no sepan quién es Walter Simonson.
Aunque no hayan leído ninguno de sus trabajos, Simonson lleva todo una vida dedicada al mundo del cómic, primero como dibujante y luego asumiendo también el rol de guionista. Aunque sus inicios fueron en DC, sin lugar a dudas fue con su magnífica etapa como guionista y dibujante en Thor lo que le hizo alcanzar el estrellato dentro de este mundillo nuestro del noveno arte, pero es poco conocido que los Star Slammers fueron quienes le abrieron las puertas de las editoriales...
Star Slammers es una obra primigenia de Simonson; de hecho, la obra original formaba parte del portafolio que usaba como presentación y ya os adelanto que uno de los principales fuertes de este tomo es que incluye dicha obra de 1972, que es, sin lugar a dudas, parte de la historia del cómic. Para seguir hablando de Star Slammers debemos avanzar algunos años, en concreto hasta el nacimiento de Epic. A comienzo de los 80 Marvel quería expandir horizontes y para ello decidió crear una nueva línea editorial en la que los autores pudieran publicar sus historias más personales sin estar restringidos al universo Marvel, conservando los derechos de las mismas. Así fue como en 1983 el Sr. Simonson trajo de vuelta a los Star Slammers.
Vale, muy bien, pero ¿quiénes son los Star Slammers? La respuesta a esta pregunta puede ser complicada. Se nos presenta a los Slammers como los mejores guerreros de la galaxia, unos mercenarios que venden sus habilidades con el fin de proteger su planeta de los orianos, sus antiguos opresores. Hasta aquí os voy a contar, ya que no pretendo arruinaros la obra; ha sido un resumen escueto, lo sé, pero es así como nos topamos con una de las características de esta obra: todo lo que se nos cuenta es importante, sin profundizar excesivamente en nada. A cada nueva revelación surgen nuevas preguntas que en la mayoría de los casos no son respondidas... quizás es algo magistral por parte de Simonson, o un simple reflejo de la falta de experiencia del autor, pero la historia deja mucho a cargo de la imaginación del lector, viéndose continuamente “esclavizada” por esta labor. Es por esto que la réplica a los medios de comunicación o una cierta crítica social pasen un poco desapercibidas.
El dibujo que nos presenta Simonson sí que no defrauda, su trazo firme y su magnífico dominio de la página hacen que el cómic sea un espectáculo visual, con grandiosas composiciones y una representación de los personajes muy sólida. Quizás, por criticar algo, la representación de la tecnología es un poco simple, incluso tosca, y más teniendo en cuenta que los años 80 se caracterizaron por lo contrario. Eso sí, esto ha hecho que la obra no envejezca mal, siendo una lectura muy cómoda para los estándares actuales.
La edición que nos presenta Panini es la misma de IDW y contiene la novela gráfica publicada bajo de sello Epic, la serie limitada publicada por Malibu, los one shots publicados por Dark Horse y, como ya adelanté, la historia original que Simonson creó en su época de estudiante, complementado con extras, la mayoría inéditos en nuestro país. Todo esto se nos presenta en un tomo con encuadernación cartoné de 304 páginas de muy buena calidad, dando un buen soporte a la remasterización que se ha hecho de las obras, a un precio de 30 euros. Me habría encantado una encuadernación holandesa para terminar de dar ese aire épico, pero en Estados Unidos se usa aún menos que en Europa.
Este es un cómic que no puedo dejar de recomendar, ya no solo por el valor histórico o porque sea de Walter Simonson, sino porque es realmente entretenido, tiene un equilibrio entre trama y acción bastante interesante y, aunque es cierto que no nos muestra nada nuevo, cada página es un ejercicio visual muy interesante.
Espero que disfrutéis de una buena lectura, nos leemos... o no...
