Tras estas 40 páginas se esconde una historia que quiere embelesar a las mentes más jóvenes del medio, fascinar a sus padres y madres y mostrar que, para fábulas como esta, uno nunca "tendrá ya una edad".
Creo que no es nada fácil lograr esto último que he dicho. No solo has de tener una buena idea rondándote la cabeza y la creatividad suficiente como para plasmarla en el papel con cierta chispa, sino que tanto guionista como dibujante deben tener una sensibilidad "especial".
Aunque las comparaciones son odiosas y no soy muy amante de ellas, seguro que a la mayoría de la gente que no conozca El principito (¿quedará alguien por ahí?), tras oír su título y ver esa portada "espacial", lo primero que piensa es que se trata de una novela infantil. Nada más lejos de la realidad, ¿verdad? ¡Pues a El hombre montaña le pasa exactamente igual!
Esta bella fábula, ilustrada por Amélie Fléchais, trata sobre un tema tan maduro como la muerte de un ser más que querido, aquel que, más de uno de pequeño, habrá imitado más de mil veces: su abuelo.
Nuestro "principito" de esta historia emprende el que, sin saberlo, será el viaje más importante de su vida, un viaje hacia la madurez, con el objetivo de lograr que su abuelo pueda seguir viajando con él por el mundo. El chico, a lo largo de este periplo, se encontrará con un elenco de criaturas animadas que le ayudarán en su camino y de las que aprenderá las grandes lecciones de la vida. Así, se cruzará con las raíces de un árbol, con una cabra, unas piedras y hasta el mismísimo viento, del que dicen que nunca ayuda a quien no sabe a dónde va.
El hombre montaña es un cómic que, aunque se lee en un abrir y cerrar de ojos, el poso que deja en la cabeza cala bien hondo. Una lectura preciosa, con un mensaje tan bello como duro. No es lo que te llevas, es lo que me dejas...
La lectura, hoy, araña el alma.
Aunque las comparaciones son odiosas y no soy muy amante de ellas, seguro que a la mayoría de la gente que no conozca El principito (¿quedará alguien por ahí?), tras oír su título y ver esa portada "espacial", lo primero que piensa es que se trata de una novela infantil. Nada más lejos de la realidad, ¿verdad? ¡Pues a El hombre montaña le pasa exactamente igual!
Esta bella fábula, ilustrada por Amélie Fléchais, trata sobre un tema tan maduro como la muerte de un ser más que querido, aquel que, más de uno de pequeño, habrá imitado más de mil veces: su abuelo.
Nuestro "principito" de esta historia emprende el que, sin saberlo, será el viaje más importante de su vida, un viaje hacia la madurez, con el objetivo de lograr que su abuelo pueda seguir viajando con él por el mundo. El chico, a lo largo de este periplo, se encontrará con un elenco de criaturas animadas que le ayudarán en su camino y de las que aprenderá las grandes lecciones de la vida. Así, se cruzará con las raíces de un árbol, con una cabra, unas piedras y hasta el mismísimo viento, del que dicen que nunca ayuda a quien no sabe a dónde va.
El hombre montaña es un cómic que, aunque se lee en un abrir y cerrar de ojos, el poso que deja en la cabeza cala bien hondo. Una lectura preciosa, con un mensaje tan bello como duro. No es lo que te llevas, es lo que me dejas...
La lectura, hoy, araña el alma.
