El mecánico George Price lo tiene todo para ser feliz: sus negocios van bien y su joven esposa le profesa una amorosa devoción. Pero, desde que le operaron de un tumor cerebral, padece profundos problemas de memoria que le angustian. Por diversos detalles de su vida actual y sorprendentes descubrimientos hecho por casualidad, George adquier la certeza de que fue otro en otro lugar. La periodista Jennifer Lee también está convencida de ello...
Difícil resistirse a una sinopsis como esta, ¿no? Una portada sugerente y llamativa, una historia completa, 100 páginas y a un precio de 24 euros. Sí, es una forma muy banal de desgranar un cómic, pero lo cierto es que este álbum habrá llamado la atención de muchos, amén de un estilo que no suele ser el habitual en Ponent Mon.
Lo de la "suplantación de identidad", en mi experiencia como lector de cómics, no es un tema del que se haya abusado en el medio, lo cual le da un punto más a su favor. Creo que esto es lo que más llama la atención de la sinopsis que os acabo de transcribir en la cabecera; bueno, eso y aquello de "una amorosa devoción". Sin duda, un cúmulo de todos estos factores fue lo que me lanzó a por este cómic, obra, dicho sea de paso, de unos artistas ya conocidos para mí en sus 2/3 partes.
Por un lado, los guionistas, Le Tendre, autor junto a Loisel de la mítica saga La búsqueda del pájaro del tiempo (reseñado AQUÍ) o de la trilogía Garra Blanca (también reseñado AQUÍ), y Rodolphe, creador de Trent (reseñado AQUÍ) y artífice, junto a Leo (Los mundos de Aldebarán, de la que hablo en este VÍDEO), de Kenia (reseñado AQUÍ).
Y por otro lado, un completo desconocido para mí hasta la fecha, el dibujante Hugues Labiano, cuyo cómic de mayor envergadura parece haber sido Dixie Road, junto al reputado Jean Dufaux. Desde hoy me declaro un absoluto e incondicional fan de este hombre; su trazo, su capacidad de expresión, su fluidez... excepcional.
Míster George es una historia cerrada tremendamente bien llevada, midiendo tiempos y recursos casi al milímetro. Se trata de un drama de género negro que va sembrando dudas y sospechas (lentamente) en el lector a lo largo del primer capítulo, para luego desembocar en el torbellino que se convierte el segundo y último acto. Es una de esas lecturas que te atrapan y mantienen en vilo siguiendo las indagaciones de los protagonistas, dejándote dilucidar qué puede estar pasando, pero sin mostrarte el último as hasta casi el epílogo.
El único pero: es tal el afán por dar con la tecla correcta que, cuando por fin se destapa el asunto, te queda una sensación agridulce... hay historias tan buenas que no deberían terminar nunca, porque su final nunca estará a la altura del que no quiere verlo.
No te pierdas este cómic, en serio.
La lectura enriquece el alma,