Vamos a empezar esta reseña por lo que más te interesa si me lees desde hace un tiempo y compartimos gustos: déjate de rodeos, coge 30 euros (ojalá que los tengas), sal corriendo a tu librería y hazte con este cómic. Puede que estemos ante la próxima "Mejor obra de autor español" del Salón del cómic de Barcelona. Así, sin más. Queda tiempo todavía, sí, pero desde ya te digo que esto va a costar mucho superarlo...
¿Sabes esos cómics que conforme los vas leyendo, en tu cabeza se esboza una sonrisa de oreja a oreja porque has dado en el más absoluto centro de la diana? Pues si eso se puediera traducir en una frase, sin duda esa sería "Hoy es un buen día para morir".
Colo, autor de esta obra de arte, se estrenaba en el mundillo del cómic con De perros y de huesos, y lo hacía ganando el II Premio Internacional de Cómic Planeta DeAgostini (ahí es nada). De eso hace ya seis años, y creedme: nuestra cantera no podía permitirse el lujo de perder a este artista.
Ha sido Dibbuks, con su incombustible Ricardo Esteban a la cabeza, quien nos ha brindado la oportunidad de volver a disfrutar de Colo, y no de un Colo que bien podría haber dado un "pelotazo" en su momento y ya, sino que nos ha traido a un Colo excelso y hasta insultante; no por soberbia, sino por destreza.
Decir que Hoy es un buen día para morir es un cómic apocalíptico (novela gráfica, en verdad) sería como destriparlo y quedarse solo con su piel. Lo importante, como en casi todo, está en su alma.
Colo nos habla de una plaga vírica internacional, que no entiende de sentimientos, billetes ni, mucho menos, de fronteras. Este virus, esta "purga", está muy lejos de ser algo aleatorio e irracional. ¿Es tal vez juez y verdugo en el Día del juicio final? Creo que sería una buena forma de definirlo, aunque en la narración del autor hay mucho más de poesía, crítica social y humanidad que en un cómic apocalíptico al uso.
Personajes entrañables cuya definición llega al punto de reir cuando rien, sufrir cuando sufren y llorar cuando lloran, una trama en la que caben mil y un sentimientos, donde el lobo se convierte en cordero y donde la vida te devuelve un cruel reflejo cuando preguntas el porqué. Hoy es un buen día para morir te muestra un futuro terroríficamente posible, uno tan parecido a nuestro presente que hasta te hace apartar la vista, en donde ya no vale clamar al cielo y gritar "¿en qué nos hemos convertido?"... ya es tarde para eso.
Por su parte, la edición de Dibbuks está más que ajustada en precio. Rústica con solapas, con banda sonora propia (sencillamente espectacular), a color y con un total de 348 páginas. Eso sí, y he aquí el único pero de la obra (¡qué coraje me da tener que sacarle un fallo!), y es que hubiera preferido tapa dura u otro tipo de encuadernación, ya que en el trascurso de su lectura se me ha despegado del lomo.
Como toda lectura de este tipo debería ser, Hoy es un buen día para morir hace daño; un daño que te hará reflexionar sobre tu vida y tus fronteras. Sí, TUS fronteras...
La lectura enriquece (y araña) el alma,