Si tuviera que definir esta saga con una sola palabra, haciendo alusión al mundo culinario, diría "trampantojo".
Para el que no sepa de qué hablo, un trampantojo es algo que parece una cosa y luego es otra, y Cutting Edge o, más bien, sus autores, parecen haber jugado esa baza. ¿Resultado?
Algunos recordarán la reseña que le dediqué al primer integral de Yermo AQUÍ, pero un buen resumen sería este: Cutting Edge tenía una premisa ciertamente interesante (aunque algo inexplicable) y un desarrollo más que sorprendente, lo que, unido a un Mario Alberti bastante inspirado en cuanto a composiciones de página se refiere, hacía de la primera parte un cómic altamente entretenido. Pero, porque sí, casi siempre hay un "pero", esta segunda parte me ha dejado con ese punto de lo que me hubiese gustado que fuese... pero no fue.
El segundo volumen de Cutting Edge termina por decantar la trama hacia una totalmente fantástica. Lejos queda ese contrapunto que tanto maravilló en la primera parte con la sirena; aquí ya estamos hablando de palabras mayores y delirios de conquistar el mundo a golpe de artefactos mágicos.
Sin duda, creo que estamos ante una saga que, por sus autores, hubiera durado dos álbumes más (mínimo). El final, pese a no ser tan atropellado como otros, no alcanza a esconder lo evidente: Cutting Edge nació con muchísimas más pretensiones que las que finalmente ha podido (o le han dejado) alcanzar. Aún así, la saga mantiene ese nivel de entretenimiento del que ya disfrutamos en el primer integral, pese al inevitable sufrimiento de ver cómo se desinfla lo que era una gran promesa.
Conclusión: una primera parte para enmarcar, una segunda parte para clamar. Te dejo a ti hacer la media...
Pd. Conviene seguir la pista a estos autores, si es que no lo hacías todavía.
La lectura enriquece el alma,