Un mes después del Atentado de Sarajevo comienza la I Guerra Mundial y, con ella, las movilizaciones de civiles en buen estado de salud entre 20 y 50 años. Sin embargo, a nosotros nos interesan hoy las de una pequeña isla bretona, donde un joven llamado Maël es descartado para el combate debido a su deformidad y convertido en “cartero en funciones”, actuando como el único enlace entre el conflicto y las sufrientes esposas.
Didier Quella-Guyot y Sébastien Morice firman un cómic que no es bélico propiamente dicho, ya que el lector se sitúa a miles de kilómetros de las trincheras, siguiendo el día a día de una comunidad de mujeres fuertes y decididas que intentan que el tiempo pase con la máxima normalidad hasta que sus maridos regresen a casa.
Pero de puertas para dentro, en la intimidad de sus casas, puede que esas mujeres no sean tan independientes y pragmáticas. Tal vez la normalidad sea su única manera de huir del horror que supone pensar que tus seres queridos pueden morir en cualquier momento en una trinchera. Y es a esos pensamientos íntimos a los que como cartero tendrá acceso Maël, compartiendo con ellas confidencias, llantos, risas y por qué no decirlo, todos los beneficios que le brinda ser el único hombre joven de la isla.
Pero de puertas para dentro, en la intimidad de sus casas, puede que esas mujeres no sean tan independientes y pragmáticas. Tal vez la normalidad sea su única manera de huir del horror que supone pensar que tus seres queridos pueden morir en cualquier momento en una trinchera. Y es a esos pensamientos íntimos a los que como cartero tendrá acceso Maël, compartiendo con ellas confidencias, llantos, risas y por qué no decirlo, todos los beneficios que le brinda ser el único hombre joven de la isla.
Pero como dice el refrán: “Poco dura la alegría en casa del pobre” y, a medida que el conflicto se acerca a su fin, la realidad cae sobre nuestro protagonista como una losa: Los hombres volverán a sus hogares y él regresará a su antigua vida, donde es poco más que un tullido invisible. ¿Qué pasará cuando se vea expulsado del “microcosmos femenino” que le servía de refugio?
Quella-Guyot desarrolla una historia pausada pero con una tensión dramática muy importante y constante durante todo el relato, salpicada con pequeñas gotas de optimismo pese al conflicto bélico, pero sabiendo mantener el equilibrio para que resulte coherente con el momento histórico. En este sentido, me recuerda un poco a Lidie o a Quién le zurcía los calcetines al rey de Prusia mientras estaba en la guerra, por ese tono de “drama afable" que transmite en determinados momentos.
En cuanto al dibujo de Morice, hace un gran trabajo caracterizando a cada una de las variopintas habitantes de la isla con una mención de honor a la ropa, los utensilios y los paisajes, todo ello con una paleta de colores suave, que transmite paz, como si pudieras oír las olas del mar mientras lees. Por otro lado, el tema sexual esta retratado con naturalidad y discreción, dejando bien claro que no es el motor de la trama.
En definitiva, una lectura muy interesante, que nos permite ver de cerca cómo vivieron la guerra las miles de mujeres que se quedaron en casa, con sus luces (el trabajo en el campo, la crianza de los niños) y sus sombras (lidiar con la ausencia de los maridos, la angustia) y que con sus nada menos que 130 páginas configura un cómic contundente y bien cerrado. Si os gusta la temática bélica y los efectos colaterales de esta, es vuestro álbum, y si buscáis algo parecido a las primeras obras de Zidrou, también os lo recomiendo mucho. ¡Esperemos llegue pronto por aquí!
*Actualizada. ¡Ya lo trajo Ponent Mon a España!