Hace ya un tiempo que reseñamos por aquí el primer número de esta serie. Con la llegada del tercer tomo en octubre, nos hemos vuelto a animar y traemos este segundo tomo para continuar con el último y ponernos al día con la que es para un servidor una de las mejores series que tenemos a nivel europeo en general y a nivel nacional en particular.
El primer tomo de Orlando y el juego situaba las piezas de una aventura con toques históricos, de ciencia ficción y filosóficos que nos planteaba más preguntas de las que solucionaba. En ese primer número dejábamos a Orlando con la misión de encontrar a Marcel, un turista temporal que se ha dedicado a pasar por varias líneas temporales decidido a dar cuerda a cosas que dejaron de funcionar, lo que ha provocado que Orlando tenga que viajar por el Multiverso para reparar estas injerencias.
En este número dos entran en juego nuevos personajes y la trama principal se segmenta, apareciendo nuevas sub-tramas que se van encadenado, confluyendo todo de manera natural y sutil. Durán consigue transmitirnos el misterio que envuelve toda la historia, manteniendo el suspense y desconcertándonos cada vez que damos la vuelta a una página.
En este número dos entran en juego nuevos personajes y la trama principal se segmenta, apareciendo nuevas sub-tramas que se van encadenado, confluyendo todo de manera natural y sutil. Durán consigue transmitirnos el misterio que envuelve toda la historia, manteniendo el suspense y desconcertándonos cada vez que damos la vuelta a una página.
Nos encontramos ante una obra densa, que requiere tengamos todos nuestros sentidos alerta y que veamos cada fractal con una visión global para encajar cada información que se nos da. El hecho de que el cómic se divida en dichos fractales en lugar de en capítulos sirve para meternos aún más en este particular universo.
En cuanto al dibujo, Luis Durán sigue fiel a su estilo, que ha conseguido ser amado por muchos y odiado por otros tantos. Sus composición de personajes se sitúa entre el expresionismo y el teatro de guiñoles, recordándonos también a las antiguas historias de cuentacuentos medievales. Sigo pensando que el añadido de color a su dibujo le sienta de maravilla, si lo comparamos con todos sus primeros tebeos en blanco y negro que sí tienen un dibujo bastante más duro.
En definitiva, Orlando y el juego es el trabajo más ambicioso de su autor y por ahora está cumpliendo las expectativas con creces. Sigo sin comprender por qué se habla tan poco de esta saga y no le llueven premios por doquier. En cuanto a la edición de Diábolo, decir que es magnífica: tapa dura y muy buena calidad del papel.
