¡Volvemos al cómic europeo y nipón, y lo hacemos de la mano de Ponent Mon y su primer integral de Kogaratsu, obra de Bosse y Michetz!
¿Qué nos vamos a encontrar tras esa bélica portada?
Pues a todas luces parece obvio, pero así es. Este primer integral de Kogaratsu alberga el origen de nuestro protagonista y justiciero, y su venganza contra el Señor Mitsuru, asesino de su amo y Señor, Yoshida, venganza que llevará a cabo alistándose en las filas de Bando, legítimo heredero al trono de su difunto Señor. ¡La guerra está servida!
Esta trama principal se ve aderezada con otro ingrediente clave en este primer integral, el amor, y esa eterna dicotomía que tanto de sí ha dado en el Japón feudal entre sentimientos y honor, palabra esta última que era más que una filosofía de vida para los samuráis.
Kogaratsu es una obra que, pese a su antiguedad -aparecía en el año 1982- ha envejecido bastante bien. En una época en la que el manga aún no había pegado fuerte en nuestro país, se puede decir que esta pareja de artistas formada por Bosse y Michetz fueron precursores en lo que al "manga europeo" se refiere, admitiendo una poderosa influencia de Akira Kurosawa.
Pese a que soy un lector que prefiere, en este género, el cómic europeo más contemporáneo, que se apoya en más elementos fantásticos y deja un tanto de lado las intrigas palaciegas y las guerras entre señores feudales, he de reconocer en Kogaratsu un magnífico exponente y estandarte. Su ritmo y un desarrollo muy ameno han hecho que me lea este primer integral en apenas tres ratos, y eso que me he parado a disfrutar de la narrativa gráfica y el color de Michetz a conciencia.
El único pero que tengo sobre él es ese primer álbum a modo de precuela que Ponent Mon ha decidido incluir. Lejos de ponernos en situación y contarnos en cierto modo el origen de nuestro protagonista, su ir y venir de pequeñas aventuras cortas y ese tono excesivamente jocoso y juvenil se me hizo casi insoportable. Ese Kogaratsu joven, en una eterna edad del pavo, se hace insufrible; sin duda, fue todo una prueba de fuego superar esas primeras 48 páginas. Eso sí, tras este escollo, la aventura que se nos presenta es tal y como os he contado más arriba: amena, entretenida y muy adictiva, con un Kogaratsu convertido en El loto sangriento, un vengador enmascarado que poco o nada conserva de aquel muchacho atontado.
La lectura enriquece el alma,