Superamos la mitad de la que se ha convertido en la saga más ambiciosa y extensa dentro de la trayectoria de Luis Durán. Este tercer tomo no hace más que confirmarnos lo que ya intuimos desde sus primeras páginas: nos encontramos ante una de las mejores y más originales aventuras que este medio ha dado en los últimos años. Pasamos a relatar a dónde nos lleva este nuevo número y por qué no debes dejar de leerlo.
En esta nueva entrega Orlando, incansable viajero en el tiempo, se acercará hasta el Medievo crepuscular para custodiar junto a Andrés "El Torcido", el padre Alonso y el caballero Don Diego de Iranzo, unas reliquias que parecen poseer el don de atraer la lluvia. Al mismo tiempo, en su infatigable búsqueda de Marcel, Orlando franqueará nuevos lugares como la Venezuela del siglo XIX, la España rural de los años treinta o un quimérico futuro donde la Tierra ya solo puede ser evocada a través de la memoria. Antes, después, ahora... hoy, ayer, mañana. Da lo mismo desde que Orlando y Marcel desafiaron el tiempo lineal y provocaron nuevas paradojas en la esfera de cada reloj.
Luis Durán ya dijo que esta saga iba a ser desarrollada mediante una trama principal que veríamos en cada uno de los cómics, contándonos además en cada arco historias cortas y auto conclusivas. En este tercer tomo hay varias que de por sí darían para un cómic en sí mismo. Conforme lo iba leyendo observaba cómo se iban tejiendo todas las historias pero poca información se daba sobre la trama principal, hasta llegar al penúltimo fractal, dedicado exclusivamente a esta parte de la historia y con una cantidad de información que habría que leer al menos otra vez para poder asimilarla.
Luis Durán ya dijo que esta saga iba a ser desarrollada mediante una trama principal que veríamos en cada uno de los cómics, contándonos además en cada arco historias cortas y auto conclusivas. En este tercer tomo hay varias que de por sí darían para un cómic en sí mismo. Conforme lo iba leyendo observaba cómo se iban tejiendo todas las historias pero poca información se daba sobre la trama principal, hasta llegar al penúltimo fractal, dedicado exclusivamente a esta parte de la historia y con una cantidad de información que habría que leer al menos otra vez para poder asimilarla.
El autor tiene claro lo que quiere contarnos y lo hace de manera magistral, avanzando cada número con paso firme y seguro.
En cuanto al dibujo, ya lo he dicho todo sobre el trazo de Durán. No estamos ante un gran dibujante, ni siquiera ante un buen dibujante, pero ha sabido envolver sus dibujos (con todos sus defectos) en historias que encajan de maravilla y forman un conjunto casi hipnótico.
La edición de Diábolo sigue manteniendo la misma calidad que los números anteriores, aunque en cada nueva entrega nos sube un euro, así que agradecemos que no vayan a ser muchas.
En definitiva, solo puedo decir que este tercer cómic de Orlando y el juego mantiene el nivel de los anteriores, e incluso lo sube en algunos tramos de la historia. Sigo pensando que estamos ante la mejor serie abierta que se publica en estos momentos, y confío el tiempo la ponga en su sitio.
