El octavo y noveno álbum de Solos ya está aquí con el cuarto integral de Dibbuks, y creo que tengo muy pocas dudas de que estamos ante una de las mejores sagas de la editorial madrileña en los 12 años -si no me fallan las cuentas- que calza.
Sí, Dibbuks tiene grandísimas sagas que ocupan un lugar especial en mi librería, como Tyler Cross o Silas Corey, y tremendos one shots como Tambores o los recientes El fantasma de Gaudí u Hoy es un buen día para morir, pero Solos tiene un mérito añadido muy especial: en nueve álbumes, que son los que lleva recopilados la editorial por ahora, no ha bajado el listón en un solo arco.
Vehlmann y Gazzotti han reinventado de algún modo el llamado género "juvenil", en el que muchos incluyen cómics por el mero hecho de estar protagonizados por niños. La aventura, el misterio, el drama, la fantasía... sería más fácil decir los ingredientes que no tiene esta saga antes que ponerse a enumerar los que la componen. Eso sí, no sé cómo lo hacen, pero el resultado no podía ser mejor. Los protagonistas tienen un gran recorrido, las sorpresas están más que bien planteadas y la trama... bueno, la trama sigue en su particular "ascenso libre" hacia el infinito y, lo que es más, sigue cuando ya pensabas que había alcanzado la cima.
La conclusión es tan breve como contundente: Ya estás tardando en hacerte con este nuevo número.
La lectura enriquece el alma,
